A Tus Órdenes (Neville Goddard, 1939) – Parte 1
¿Puede el hombre decretar algo y hacerlo realidad?
Parte 1
¿Puede el hombre decretar algo y hacerlo realidad? Sin lugar a dudas, puede. El hombre siempre ha decretado aquello que ha aparecido en su mundo, y hoy está decretando aquello que aparece en su mundo, y continuará haciéndolo mientras sea consciente de ser hombre. No ha existido ni una sola cosa que haya aparecido en el mundo del hombre que él no haya decretado que debía aparecer. Puedes negar esto, pero por más que lo intentes, no podrás refutarlo, porque este decretar se basa en un principio inmutable.
No decretas cosas para que aparezcan mediante tus palabras o afirmaciones en voz alta. Tales repeticiones vanas son, la mayoría de las veces, confirmaciones de lo contrario. El decreto siempre se realiza en la conciencia. Es decir, cada hombre es consciente de ser aquello que ha decretado que es. El hombre mudo, sin usar palabras, es consciente de ser mudo. Por lo tanto, está decretándose a sí mismo ser mudo.
Cuando la Biblia se lee bajo esta luz, descubrirás que es el libro científico más grande jamás escrito. En lugar de verla como el registro histórico de una civilización antigua o la biografía de la inusual vida de Jesús, vela como un gran drama psicológico que ocurre en la conciencia del hombre.
Reclámala como tuya, y de repente transformarás tu mundo del árido desierto de Egipto a la tierra prometida de Canaán.
Todos están de acuerdo con la afirmación de que todas las cosas fueron hechas por Dios, y que sin Él, nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. Pero en lo que el hombre no está de acuerdo es en la identidad de Dios. Todas las religiones y sacerdocios del mundo discrepan acerca de quién es realmente Dios y cuál es su verdadera naturaleza. La Biblia prueba más allá de toda duda que Moisés y los profetas estaban completamente de acuerdo acerca de la identidad y la naturaleza de Dios. Y la vida y las enseñanzas de Jesús están en acuerdo con los hallazgos de los profetas antiguos. Moisés descubrió que Dios es la conciencia del ser del hombre, cuando declaró estas palabras tan poco comprendidas:
“YO SOY me ha enviado a vosotros.”
David cantó en sus salmos:
“Estad quietos y sabed que YO SOY Dios.”
Isaías declaró:
“YO SOY el Señor, y no hay otro.
No hay Dios fuera de mí.
Yo te ciñé, aunque tú no me conociste.
Yo formo la luz y creo la oscuridad;
hago la paz y creo el mal.
Yo, el Señor, hago todas estas cosas.”
La conciencia del ser como Dios es mencionada cientos de veces en el Nuevo Testamento. Solo por nombrar algunas:
“YO SOY el pastor”,
“YO SOY la puerta”,
“YO SOY la resurrección y la vida”,
“YO SOY el camino”,
“YO SOY el Alfa y la Omega”,
“YO SOY el principio y el fin”;
y de nuevo, “¿Quién decís que YO SOY?”
No se dice:
“Yo, Jesús, soy la puerta.”
“Yo, Jesús, soy el camino.”
Tampoco se dice:
“¿Quién decís que yo, Jesús, soy?”
Está claramente declarado:
“YO SOY el camino.”
La conciencia del ser es la puerta a través de la cual las manifestaciones de la vida entran en el mundo de la forma.
La conciencia es el poder de la resurrección, resucitando aquello de lo que el hombre es consciente de ser. El hombre siempre está exteriorizando aquello de lo que es consciente de ser. Esta es la verdad que libera al hombre, porque el hombre siempre se encarcela a sí mismo o se libera a sí mismo.
Si tú, lector, renuncias a todas tus antiguas creencias en un Dios separado de ti, y reclamas a Dios como tu conciencia del ser, tal como lo hicieron Jesús y los profetas, transformarás tu mundo con la realización de que:
“Yo y mi Padre somos uno.”
Esta declaración:
“Yo y mi Padre somos uno, pero mi Padre es mayor que yo”
Puede parecer muy confusa, pero si la interpretas a la luz de lo que acabamos de decir acerca de la identidad de Dios, la encontrarás muy reveladora. La conciencia, siendo Dios, es como el ‘Padre’. Aquello de lo que eres consciente de ser, es el ‘Hijo’ que da testimonio de su ‘Padre’. Es como el concebidor y sus concepciones. El concebidor siempre es mayor que sus concepciones, aunque siempre permanece uno con ellas. Por ejemplo, antes de ser consciente de ser hombre, primero eres consciente de ser. Luego, te haces consciente de ser hombre. Sin embargo, como concebidor, sigues siendo mayor que tu concepción: el hombre.
Jesús descubrió esta gloriosa verdad y se declaró uno con Dios, pero no con un Dios creado por el hombre, pues nunca reconoció tal Dios. Él dijo:
“Si alguien viene diciendo: ‘Mira aquí’ o ‘Mira allá’, no les creáis, porque el Reino de Dios está dentro de vosotros.”
El Cielo está dentro de ti. Por lo tanto, cuando se dice que “Él fue a su Padre”, te está diciendo que ascendió en conciencia hasta el punto donde era simplemente consciente de ser, trascendiendo así las limitaciones de su concepción actual de sí mismo, llamada ‘Jesús’.
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