Neville Goddard – Afirma la realidad de tu propia grandeza (1951)
Traducción fiel al español · Primer archivo digital de Neville Goddard organizado cronológicamente.
Charla Radial, Estación KECA, Los Ángeles (Julio, 1951)
En la creación de una nueva forma de vida, debemos comenzar desde el principio: con nuestra propia regeneración individual. La formación de organizaciones, cuerpos políticos, religiosos o sociales no basta. El problema que vemos es más profundo de lo que percibimos. La revolución esencial debe ocurrir dentro de nosotros mismos.
Todo depende de nuestra actitud hacia nosotros mismos. Lo que no afirmemos en nuestro interior jamás podrá desarrollarse en nuestro mundo. Esta es la religión por la que vivimos, pues la religión comienza en la experiencia subjetiva; como la caridad, comienza en casa.
“Sed transformados por la renovación de vuestra mente”
Es la antigua fórmula, y no hay otra.
Todo depende de la actitud del hombre hacia sí mismo. Lo que él no puede, o no quiere, declarar como verdadero de sí mismo, nunca podrá desplegarse en su mundo. El hombre mira constantemente a su alrededor y se pregunta:
“¿Qué hay que hacer? ¿Qué sucederá?”
Cuando en realidad debería preguntarse:
“¿Quién soy yo? ¿Cuál es mi concepto de mí mismo?”.
Si deseamos ver al mundo convertido en un lugar más noble y más grande, debemos afirmar la realidad de un ser más noble y más grande dentro de nosotros.
El propósito último de mi enseñanza es señalar el camino hacia esa consumación. Estoy tratando de mostrarte cómo el hombre interior debe reajustarse, cuál debe ser la nueva premisa de su vida, para que pueda perder su alma en el nivel que ahora conoce y hallarla de nuevo en el nivel más elevado que busca.
Es imposible para el hombre ver otra cosa que no sean los contenidos de su propia conciencia, pues nada existe para nosotros sino a través de la conciencia que tenemos de ello. El hombre ideal está siempre buscando una nueva encarnación, pero a menos que nosotros mismos le ofrezcamos paternidad humana, es incapaz de nacer.
Somos el medio por el cual la redención de la naturaleza, de la ley de la crueldad, ha de llevarse a cabo. El gran propósito de la conciencia es realizar esta redención. Si rehusamos la carga y señalamos a la ley natural como prueba concluyente de que la redención del mundo por el amor imaginativo es algo que jamás podrá suceder, simplemente anulamos el propósito de nuestra vida por falta de fe. Rechazamos el medio, el único medio, por el cual este proceso de redención debe cumplirse.
La única prueba válida de una religión es si nace auténtica: si brota de la convicción más profunda del individuo, si es fruto de la experiencia interior. Ninguna religión es digna del hombre a menos que le dé un sentido profundo y duradero de que todo está bien, sin importar lo que le ocurra en lo personal.
Los métodos del conocimiento mental y del conocimiento espiritual son enteramente distintos, pues conocemos algo mentalmente mirándolo desde afuera, comparándolo con otras cosas, analizándolo y definiéndolo.
Whitehead definió la religión como aquello que un hombre hace con su soledad. Me gustaría añadir: creo que es lo que un hombre es en su soledad.
En nuestra soledad somos impulsados hacia la experiencia subjetiva. Es entonces cuando debemos imaginarnos siendo el hombre ideal que deseamos ver encarnado en el mundo. Si, en nuestra soledad, experimentamos en imaginación lo que experimentaríamos en la realidad de haber alcanzado nuestra meta, con el tiempo seremos transformados en la imagen de nuestro ideal.
“Renovaos en el espíritu de vuestra mente, revestíos del hombre nuevo, hablad cada uno verdad con su prójimo.”
El proceso de convertir un “hecho de ser, un hecho de conciencia” es mediante la “renovación de nuestra mente.”
Se nos dice que cambiemos nuestro modo de pensar. Pero no podemos cambiar nuestros pensamientos si no cambiamos nuestras ideas. Nuestros pensamientos son el fluir natural de nuestras ideas, y nuestras ideas más íntimas son el propio hombre. El fin del anhelo es siempre ser, no hacer.
“Estad quietos y sabed”
“YO SOY eso que deseo.”
Esfuérzate siempre por el ser. Las reformas externas son inútiles si tu corazón no está reformado.
El cielo no se alcanza reprimiendo nuestras pasiones, sino cultivando nuestras virtudes. Una idea antigua no se olvida caprichosamente, sino que es desplazada por nuevas ideas. Desaparece cuando una idea totalmente nueva y absorbente ocupa nuestra atención. Los viejos hábitos de pensar y sentir, como hojas secas de roble, se aferran hasta que son empujados por los nuevos brotes.
La creatividad es, en esencia, una receptividad más profunda, una sensibilidad más aguda. El sueño del futuro debe convertirse en un hecho presente en la mente de todo aquel que desee transformar su vida.
Toda gran exteriorización está precedida por un período de profunda absorción. Cuando esa absorción se llena con nuestro ideal más elevado, cuando nos convertimos en ese ideal, entonces lo vemos manifestarse en nuestro mundo y comprendemos que el presente no retrocede hacia el pasado, sino que avanza hacia el futuro.
Éste es, en esencia, el modo en que cambiamos nuestro futuro. Un “ahora” que está “en otro lugar” no tiene para nosotros ningún significado absoluto. Solo reconocemos el “ahora” cuando es, al mismo tiempo, “aquí.” Cuando nos sentimos dentro del estado deseado “aquí” y “ahora”, verdaderamente hemos cambiado nuestro futuro.
Es acerca de este “Cambio de tu futuro” que espero explicarte plenamente el próximo domingo por la mañana, cuando hable en lugar del Dr. Bailes a las 10:30 en el Fox Wilshire Theatre, en Wilshire Boulevard cerca de La Cienega. Mi propósito es inspirarte hacia un concepto más elevado de ti mismo, y explicarte con tal claridad el método por el cual puedes alcanzar ese concepto, que cada uno de vosotros salga del servicio del domingo por la mañana siendo un ser transformado.
Las personas desanimadas necesitan con urgencia la inspiración de los grandes principios. Debemos volver a los primeros principios si queremos hablar con una voz que encienda la imaginación y despierte el espíritu. Una vez más debo repetirlo:
En la creación de una nueva forma de vida, debemos comenzar desde el mismo principio, con nuestra propia regeneración individual.
La principal ilusión del hombre es su convicción de que puede hacer algo. Todos piensan que pueden hacer, todos quieren hacer, y todos preguntan:
¿Qué hacer? … ¿Qué hacer?
Es imposible hacer nada. Uno debe ser. Nos cuesta aceptar el hecho de que, por nosotros mismos, no hacemos nada. Es especialmente difícil porque es la verdad, y la verdad siempre es difícil para el hombre de aceptar.
En realidad, nadie puede hacer nada. Todo sucede: todo lo que le acontece al hombre, todo lo que es hecho por él, todo lo que brota de él, todo esto sucede; y sucede exactamente del mismo modo en que cae la lluvia, como resultado de un cambio en la temperatura de las regiones superiores de la atmósfera.
Éste es un desafío para todos nosotros. ¿Qué concepto estamos sosteniendo de nosotros mismos en las regiones superiores de nuestra alma? Todo depende de la actitud del hombre hacia sí mismo. Lo que no afirme como verdadero en su interior, jamás podrá desarrollarse en su mundo. Un cambio de concepto de sí mismo es el ajuste correcto: la nueva relación entre la superficie y la profundidad del hombre.
Profundizar es, en principio, siempre posible, porque la profundidad última vive en todos, y es solo cuestión de llegar a ser conscientes de ella. La vida nos exige la disposición a morir y a nacer de nuevo. No significa que muramos en la carne, sino que morimos en el espíritu del hombre viejo para convertirnos en el hombre nuevo; entonces veremos al hombre nuevo en la carne.
“Sumisión a la voluntad de Dios” es una antigua frase para ello, y creo que no hay una nueva que sea mejor. En ese compromiso con el ideal que deseamos expresar, todo conflicto se disuelve y somos transformados en la imagen del ideal en el cual descansamos.
Se nos dice que el hombre sin vestido de bodas llega al Reino fingiendo hábilmente. No cree en su interior lo que practica externamente. Parece bueno, amable, caritativo. Usa las palabras correctas, pero en su interior no cree en nada. Al entrar en la luz intensa de aquellos mucho más conscientes que él, deja de engañar.
Un vestido de bodas significa un deseo de unión. Él no tiene deseo de unirse a lo que enseña, aun cuando lo que enseña sea la verdad. Por lo tanto, no tiene vestido de bodas. Cuando estamos unidos a la verdad, entonces despojamos la vieja naturaleza y nos renovamos en el espíritu de nuestra mente. La verdad despojará a los astutos simuladores de su falsa aristocracia. La verdad, a su vez, será conquistada y gobernada por la aristocracia de la bondad, la única cosa inconquistable en el mundo.
Entremos en el Silencio.
En La Mente Creadora encontrarás la obra completa de Neville Goddard en español, organizada paso a paso en orden cronológico.
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