Neville Goddard – El Sentimiento es el Secreto (1951)
Traducción fiel al español · Primer archivo digital de Neville Goddard organizado cronológicamente.
Charla Radial, Estación KECA, Los Ángeles (Julio, 1951)
Hace poco le pregunté a un hombre de negocios muy exitoso cuál era su fórmula para el éxito. Él rió y se sintió un poco avergonzado. Luego respondió:
“Supongo que es porque no puedo concebir el fracaso. No es algo en lo que piense demasiado. Es más bien una sensación que tengo.”
Su afirmación coincidía por completo con mis propias creencias y experimentos. Podemos pensar en algo para siempre y nunca verlo aparecer en nuestro mundo; pero si llegamos a sentir su realidad, estamos destinados a encontrarlo. Mientras más intensamente lo sintamos, más pronto lo encontraremos.
Todos consideramos el sentimiento demasiado como efecto, y no lo suficiente como causa de los acontecimientos del día. El sentimiento no es solo el resultado de nuestras condiciones de vida: también es el creador de esas condiciones.
Decimos que estamos felices porque estamos bien, sin darnos cuenta de que el proceso funciona igual de bien en sentido inverso. Estamos bien porque estamos felices. Todos somos demasiado indisciplinados en nuestros sentimientos. Alegrarse por otro es bendecirnos tanto a nosotros como a él. Enfadarse con otro es castigarnos a nosotros mismos por su falta. La mente angustiada permanece en casa aunque el cuerpo viaje a los confines de la tierra, mientras que la mente alegre viaja aun cuando el cuerpo permanezca en casa.
El sentimiento es el secreto de la oración eficaz, porque en la oración nos sentimos dentro de la situación del deseo cumplido y, entonces, vivimos y actuamos desde esa convicción. “Palparlo”, sentirlo interiormente, como sugiere la Biblia, es un despliegue gradual de las capacidades ocultas del alma.
El sentimiento no cede en importancia ante nada. Es el fermento sin el cual ninguna creación es posible. Todas las formas de imaginación creadora implican elementos de sentimiento. Toda disposición emocional, sea cual sea, puede influir en la imaginación creadora.
“Palparlo” no tiene fin. Es una adquisición que crece en proporción a la receptividad, que no tiene ni nunca tendrá límite. Una idea que es solo una idea no produce nada y nada hace. Solo actúa si se la siente, si va acompañada de un sentimiento efectivo. En lo profundo del alma hay un estado de ánimo que, si se lo encuentra, significa riqueza, salud y felicidad para nosotros.
El deseo creador es innato en el hombre. Toda su felicidad está implicada en este impulso de crear. Pero como los hombres no “sienten” perfectamente, los resultados de sus oraciones son inciertos, cuando podrían ser absolutamente seguros.
Leemos en Proverbios:
“El corazón alegre es una buena medicina, pero el espíritu abatido seca los huesos.”
Los corazones orquestales arden en el aceite de la lámpara del rey. El espíritu entona al Señor un cántico nuevo. Toda oración verdadera se viste de un semblante alegre; los buenos son ungidos con el aceite de la alegría más que sus compañeros.
Vigilemos, entonces, nuestros sentimientos, nuestras reacciones ante los acontecimientos del día. Y cuidemos aún más celosamente nuestros sentimientos en el acto de la oración, porque la oración es el verdadero estado creador.
La dignidad indica que el hombre escucha la música más grande de la vida y se mueve al compás de su significado más profundo. Si no hiciéramos nada más que imaginar y sentir lo bello, la reforma del mundo se cumpliría de inmediato.
Muchas de las historias de la Biblia tratan exclusivamente del poder de la imaginación y el sentimiento. “Palparlo”, sentirlo interiormente, es el clamor del buscador de la verdad. Solo la imaginación y el sentimiento pueden restaurar el Edén del que la experiencia nos ha expulsado.
El sentimiento y la imaginación son los sentidos con los que percibimos lo que está más allá. Donde termina el conocimiento, ellos comienzan. Todo sentimiento noble del hombre es la apertura de alguna puerta hacia el mundo divino.
Midamos, entonces, a los hombres, no por la altura de sus ciudades, sino por la magnificencia de sus imaginaciones y sentimientos. Elevemos nuestro pensamiento al Cielo y mezclemos nuestra imaginación con los ángeles.
El mundo que nos conmueve es el que imaginamos, no el que nos rodea. En la imaginación yacen los continentes inexplorados y la gran aventura futura del hombre. Esta conciencia de que palpar a Dios no tiene fin ha sido la experiencia de todos los que sinceramente lo buscan con el sentimiento. Comprenden que su concepción de lo Infinito se ha profundizado y expandido constantemente con la experiencia.
Quienes procuran pensar el sentido de esta experiencia y coordinarlo con el resto de nuestro conocimiento, son los místicos filosóficos; quienes intentan desarrollar en sí mismos la facultad y ahondar la experiencia, son los místicos prácticos o experimentales. Algunos, y entre ellos los más grandes, han tratado de hacer ambas cosas. La religión comienza en la experiencia subjetiva. La religión es lo que el hombre hace con su soledad, porque en la soledad estamos forzados a la experiencia interior.
Hablaré de la Actitud Religiosa el próximo domingo por la mañana. Será el último domingo de esta temporada en que dirija el servicio en lugar del Dr. Bailes. El servicio se realiza a las 10:30 en el Fox Wilshire Theater, en Wilshire Boulevard, cerca de La Cienega. Una verdadera actitud religiosa es la salvación del hombre. Dios nunca cambia; somos nosotros quienes estamos cambiando; nuestros ojos espirituales se vuelven cada vez más agudos; y esta ampliación de la verdad nos traerá una paz interior cada vez mayor.
La mejor defensa contra el asalto engañoso a nuestra visión mental y moral es el ojo espiritual, o el Ojo de Dios. En otras palabras, un ideal espiritual que no pueda ser cambiado por las circunstancias: un código de honor e integridad personal en nosotros mismos y de buena voluntad y amor hacia los demás.
“No es lo que eres ni lo que has sido lo que ve Dios con sus ojos misericordiosos, sino lo que desearías ser.”
Por las venas del hombre más humilde de la tierra corre la sangre real del Ser. Por lo tanto, miremos al hombre a través de los ojos del amor imaginativo, que es realmente ver con el Ojo de Dios. Bajo la influencia del Ojo de Dios, el ideal se eleva de lo actual, como el agua se transforma en vapor por el sol y se eleva al mundo de las nubes. Lo completamente distante se hace presente al ojo espiritual. El Ojo de Dios convierte el sueño del futuro en hecho presente.
“No faltan cuatro meses para la cosecha – mira de nuevo.”
Si persistimos en este modo de ver, un día nos levantaremos con la distancia en nuestros ojos, y todo lo inmediato, lo estancado y cercano, de pronto dejará de tener importancia. Lo dejaremos a un lado mientras seguimos avanzando hacia nuestro objetivo a largo plazo, ya contemplado en la distancia.
El hombre que realmente se encuentra a sí mismo no puede hacer otra cosa que dejarse guiar por el amor. Sus ojos son demasiado puros para contemplar la iniquidad. Nuestra capacidad de ayudar a los demás será proporcional a nuestra capacidad de controlarnos y ayudarnos a nosotros mismos. El día en que un hombre logre la victoria sobre sí mismo, la historia descubrirá que esa fue también una victoria sobre su enemigo.
El toque sanador está en una actitud, y un día el hombre descubrirá que solo con serenidad se gobiernan las almas. El poderoso se entrega por completo únicamente a lo más gentil.
Reconociendo el poder del sentimiento, prestemos suma atención a nuestros estados de ánimo y actitudes. Cada etapa del progreso del hombre se logra a través del ejercicio de su imaginación y su sentimiento. Creando un “ideal” dentro de nuestra esfera mental, podemos sentirnos dentro de esa “imagen ideal” hasta llegar a ser uno con ella, absorbiendo sus cualidades en lo más íntimo de nuestro ser.
El solitario o el cautivo puede, por la intensidad de su imaginación y de su sentimiento, influir en multitudes de tal modo que puede actuar a través de muchos hombres y hablar a través de muchas voces. Extiende tus antenas, confía en tu tacto, participa en todos los vuelos de tu imaginación y no temas a tus propias sensibilidades. La mejor manera de sentir el bien de otro es ser más intensamente consciente de él.
Sé como mi amigo y ten “más sentimiento” por la salud, la riqueza y la felicidad que deseas. Las ideas no bendicen a menos que desciendan del Cielo y se hagan carne, es decir, realidad. Haz de los resultados o logros la prueba decisiva de la verdadera imaginación. Al observar esos resultados, decidirás llenar tus imágenes de amor y caminar en un estado de ánimo elevado y noble, pues sabrás con el poeta:
“Lo que siembras, cosechas. Mira aquellos campos: el sésamo era sésamo, el trigo era trigo. El Silencio y la Oscuridad lo sabían. Así nace el destino del hombre.”
En La Mente Creadora encontrarás la obra completa de Neville Goddard en español, organizada paso a paso en orden cronológico.
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