La Ley de la Asunción
Neville Goddard – Charla Radial, Estación KECA, Los Ángeles (Julio, 1951)
El gran místico William Blake escribió hace casi doscientos años:
“Lo que parece ser, es, para aquellos a quienes les parece ser, y produce las consecuencias más terribles para aquellos a quienes les parece ser.”
Al principio, esta joya mística puede parecer algo complicada, o incluso un simple juego de palabras; pero no lo es en absoluto. Escúchala con atención:
“Lo que parece ser, es, para aquellos a quienes les parece ser.”
Eso es perfectamente claro. Es una verdad sencilla acerca de la ley de la asunción, y al mismo tiempo, una advertencia sobre las consecuencias de su mal uso.
El autor de la Epístola a los Romanos declaró en el capítulo catorce:
“Yo sé, y estoy persuadido por el Señor Jesús, que nada es impuro en sí mismo; pero si alguien estima algo como impuro, para él es impuro.” [Romanos 14:14]
Vemos entonces que no es una visión más elevada, sino una ceguera parcial, la que lleva al hombre a proyectar su propia pequeñez sobre la grandeza de otros, porque lo que parece ser, es, para aquellos a quienes les parece ser.
Experimentos realizados recientemente en dos de nuestras principales universidades revelaron esta gran verdad acerca de la ley de la asunción.
En los comunicados que enviaron a la prensa, afirmaron que después de dos mil experimentos, llegaron a la conclusión de que:
“Lo que ves cuando miras algo no depende tanto de lo que está allí, sino de la suposición que haces al mirar.
Lo que crees que es el mundo físico real, es en realidad un mundo asumido.”
En otras palabras, tú no describirías a tu esposo del mismo modo que lo haría tu madre, aunque ambas se refieran a la misma persona.
Tu relación particular con algo influye en tus sentimientos hacia eso, y te hace ver en ello un elemento que en realidad no está presente. Si ese sentimiento proviene de ti, puede ser eliminado.
Si, en cambio, se trata de una diferencia esencial del estado en cuestión, no puede eliminarse. Lo que hay que hacer es probar. Si puedes cambiar tu opinión acerca de alguien, entonces lo que ahora crees de esa persona no es una verdad absoluta, sino relativa.
Los hombres creen en la realidad del mundo externo porque no saben cómo enfocar ni condensar su poder para penetrar su delgada corteza. Por extraño que parezca, no es difícil penetrar esta apariencia de los sentidos.
Para quitar el velo de los sentidos no se requiere un gran esfuerzo: el mundo objetivo se desvanece en cuanto apartamos nuestra atención de él.
Solo necesitamos concentrarnos en el estado deseado para verlo mentalmente; pero para darle realidad de modo que se convierta en un hecho objetivo, debemos enfocar nuestra atención en ese estado hasta que tenga toda la vividez sensorial y el sentimiento de realidad.
Cuando, mediante la atención concentrada, nuestro deseo parece tener la nitidez y el sentimiento de la realidad; cuando la forma del pensamiento es tan vívida como la forma de la naturaleza, entonces le hemos concedido el derecho de convertirse en un hecho visible en nuestra vida.
Cada persona debe encontrar el medio más adecuado a su naturaleza para controlar su atención y concentrarla en el estado deseado.
En mi caso, el mejor estado es el de meditación: un estado relajado, semejante al sueño, pero en el cual aún conservo conscientemente el control de mi imaginación y soy capaz de fijar mi atención en un objeto mental.
Si te resulta difícil controlar tu atención mientras estás en este estado semejante al sueño, puede resultarte muy útil fijar la mirada en un objeto. No mires su superficie, sino dentro y más allá de cualquier objeto simple, como una pared, una alfombra o cualquier cosa que tenga profundidad. Procura que refleje lo menos posible. Imagina entonces que en esa profundidad ves y oyes lo que deseas ver y oír, hasta que tu atención quede completamente absorbida por el estado imaginado.
Al terminar tu meditación, cuando despiertes de este sueño vigilado y controlado, sentirás como si hubieras regresado de un largo viaje. El mundo visible, que habías dejado fuera de tu conciencia, vuelve a aparecer, y por su sola presencia te hace creer que te habías engañado a ti mismo al pensar que el objeto de tu contemplación era real. Pero si permaneces fiel a tu visión, esa actitud mental sostenida dará realidad a tus visiones, y ellas se volverán hechos visibles y concretos en tu mundo.
Define tu ideal más elevado y concentra tu atención en él hasta identificarte completamente con ese ideal.
Asume el sentimiento de serlo: el sentimiento que sería tuyo si ahora lo estuvieras encarnando en tu mundo.
Esta asunción, aunque ahora sea negada por tus sentidos, si se sostiene, se convertirá en un hecho en tu mundo.
Sabrás que has logrado fijar el estado deseado en tu conciencia simplemente al observar mentalmente a las personas que conoces. Este es un método maravilloso para comprobarte a ti mismo, pues tus conversaciones mentales revelan mucho más que tus conversaciones físicas.
Si en tus conversaciones mentales con otros sigues hablándoles como antes, entonces no has cambiado tu concepto del yo, pues todo cambio en el concepto del yo produce un cambio en la relación con el mundo.
Recuerda lo que dijimos antes:
“Lo que ves cuando miras algo no depende tanto de lo que está allí, sino de la suposición que haces al mirar.”
Por lo tanto, la asunción del deseo cumplido debe hacerte ver mentalmente el mundo tal como lo verías físicamente si tu suposición fuera ya un hecho real.
El hombre espiritual le habla al hombre natural a través del lenguaje del deseo. La clave del progreso en la vida y del cumplimiento de los sueños está en la obediencia pronta a esa voz interior. Obedecerla sin vacilar equivale a asumir de inmediato el deseo cumplido. Desear un estado es tenerlo.
Como dijo Pascal:
“No me habrías buscado si no me hubieses ya encontrado.”
El hombre, al asumir el sentimiento del deseo cumplido y vivir y actuar conforme a esa convicción, cambia su futuro en armonía con su asunción.
Cambiar su futuro es el derecho irrevocable de todo ser amante de la libertad.
No existiría progreso alguno en el mundo sin ese divino descontento que habita en el hombre y lo impulsa sin cesar hacia niveles más elevados de conciencia.
He escogido este tema tan cercano al corazón de todos nosotros: “Cambiar tu futuro” para mi mensaje del próximo domingo por la mañana. Tendré la gran alegría de hablar en nombre del Dr. Bailes mientras él se encuentra de vacaciones. El servicio se llevará a cabo a las 10:30 en el Fox Wilshire Theater, en el bulevar Wilshire, cerca del bulevar La Cienega.
Puesto que el derecho de cambiar nuestro futuro es nuestro derecho de nacimiento como hijos de Dios, aceptemos este desafío y aprendamos cómo hacerlo realmente.
Una vez más, al hablar hoy de cambiar tu futuro, quiero subrayar la importancia de una auténtica transformación del ser, no una simple modificación de las circunstancias, que en cuestión de momentos podría permitirnos volver a caer en el viejo hombre insatisfecho.
En tu meditación, permite que los demás te vean tal como te verían si este nuevo concepto de ti mismo fuera un hecho concreto. Siempre pareces ante los demás como la encarnación del ideal que inspiras.
Por lo tanto, en la meditación, cuando contemples a otros, debes permitir que ellos te vean mentalmente como te verían físicamente si tu concepto de ti mismo fuera ya un hecho objetivo.
Es decir, en meditación imaginas que ellos te ven expresando al ser más noble que deseas ser. Si asumes que eres lo que deseas ser, tu deseo ya está cumplido, y en ese cumplimiento, toda ansia de “llegar a ser” queda disuelta.
Esto, además, es una excelente forma de comprobarte a ti mismo y saber si realmente has logrado transformar tu ser. No puedes seguir deseando aquello que ya ha sido realizado. Más bien, te encuentras en disposición de dar gracias por un don recibido.
Tu deseo no es algo que te esfuerzas por cumplir; es reconocer algo que ya posees. Es asumir el sentimiento de ser aquello que deseas ser.
Creer y ser son uno. El que concibe y su concepción son uno. Por lo tanto, aquello que concibes ser nunca puede estar tan lejos como para decir que está cerca, porque la cercanía implica separación.
“Si puedes creer, al que cree todo le es posible.” [Marcos 9:23]
“La fe es la sustancia de las cosas que se esperan, la evidencia de las cosas que no se ven.” [Hebreos 11:1]
Si asumes que eres ese ser más puro y noble que deseas ser, verás a los demás en relación con tu elevada asunción.
Todo hombre iluminado desea el bien de los demás. Si lo que buscas es el bien de otro, debes emplear la misma contemplación controlada. En meditación, debes representarte al otro como si ya fuera o poseyera la grandeza que deseas para él.
Y en cuanto a ti, tu deseo por el otro debe ser intenso, pues es a través del deseo como te elevas por encima de tu esfera actual, y el camino que va del anhelo a la realización se acorta cuando experimentas en imaginación todo lo que experimentarías en la carne si tú, o tu amigo, fueran la encarnación del deseo que tienes para ti o para él.
La experiencia me ha enseñado que este es el modo perfecto de alcanzar mis grandes metas tanto para los demás como para mí mismo.
Sin embargo, mis propios fracasos me delatarían si insinuara que he dominado por completo el control de mi atención. Puedo decir, no obstante, junto con el antiguo maestro:
“Una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome hacia lo que está delante, prosigo hacia la meta por el premio.” [Filipenses 3:13–14]
En La Mente Creadora encontrarás la obra completa de Neville Goddard en español, organizada paso a paso en orden cronológico.
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