La Verdad
Neville Goddard – Charla Radial, Estación KECA, Los Ángeles (Julio, 1951)
Quiero hacer a cada uno de ustedes que hoy me escucha una pregunta, una pregunta que debe estar muy cerca del corazón de todos nosotros en lo que respecta a la verdad.
Si un hombre, conocido por ti como asesino, irrumpiera en tu casa y preguntara por el paradero de tu madre, ¿le dirías dónde está? ¿Le dirías la verdad? ¿Lo harías? Me atrevo a pensar que no… espero que no.
En el más místico de los Evangelios, en el Evangelio de San Juan, leemos:
“Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”
Allí yace un desafío para todos nosotros: “La verdad os hará libres.” Si dijeras la verdad respecto a tu madre, ¿la pondrías en libertad?
De nuevo, en Juan leemos:
“Santifícalos en la verdad.”
Si entregaras a tu madre a un asesino, ¿la “santificarías”?
¿Qué es, entonces, la verdad de la que la Biblia habla constantemente? La verdad de la Biblia siempre va unida al amor. La verdad de la Biblia es esa realización espiritual de la vida consciente en Dios, hacia la cual el alma humana evoluciona a lo largo de toda la eternidad.
La verdad es una iluminación siempre creciente. Nadie que busque sinceramente la verdad necesita temer el resultado, pues cada verdad alcanzada abre la visión hacia una verdad mayor que antes estaba oculta.
El verdadero buscador de la verdad no es un hombre engreído, crítico, ni que se crea más santo que los demás. Más bien, el verdadero buscador de la verdad sabe que las palabras de Zacarías son ciertas:
“Hablad cada cual con verdad a su prójimo, y ninguno imagine mal en su corazón contra su prójimo.”
El buscador de la verdad no juzga por las apariencias: ve el bien, ve la verdad en todo lo que observa. Sabe que un juicio verdadero no necesita ajustarse a la realidad externa con la que se relaciona. Nunca estamos tan ciegos a la verdad como cuando vemos las cosas solo como parecen ser.
Solo las imágenes que idealizan representan verdaderamente la verdad. No es una visión superior, sino más bien la ceguera parcial, la que atribuye a la grandeza de otro alguna pequeñez con la que está familiarizada.
Todos conocemos al menos un chismoso mezquino que no solo imagina el mal contra su prójimo, sino que insiste en esparcirlo por doquier. Sus crueles acusaciones siempre van acompañadas de frases como: “Es un hecho” o “Sé que es la verdad.”
¡Qué lejos está de la verdad! Incluso si fuera la verdad tal como él la entiende, es mejor no expresarla, porque:
“Una verdad dicha con mala intención vence a todas las mentiras que puedas inventar.”
Tal hombre no es un buscador de la verdad revelada en la Biblia. No busca la verdad tanto como busca respaldo para su propio punto de vista. Por sus prejuicios, abre una puerta por la que sus enemigos entran y hacen suyas las cámaras secretas de su corazón.
Busquemos sinceramente la verdad, como lo expresa Robert Browning:
La verdad está dentro de nosotros; no nace de cosas externas, por mucho que creas. Hay un centro inmortal en todos nosotros donde la verdad habita en plenitud.
La verdad que está dentro de nosotros es gobernada por el amor imaginativo. Conociendo esta gran verdad, ya no podremos imaginar el mal contra ningún prójimo. Imaginaremos lo mejor de nuestro prójimo.
Creo que dondequiera que la actitud del hombre hacia la vida esté gobernada por el amor imaginativo, allí hay religión, allí adora, allí percibe la verdad.
Voy a hablar sobre este tema el próximo domingo por la mañana, cuando mi título será: “El Amor Imaginativo.” En esa ocasión tendré el placer y el privilegio de tomar el servicio del Dr. Frederick Bailes en el Fox Wilshire Theater, en Wilshire Boulevard, cerca de La Cienega. El servicio se celebrará, como siempre lo conduce el Dr. Bailes, a las 10:30 de la mañana del domingo.
Hay en todo ser humano un deseo intuitivo de ser un ser más fino, más noble, de hacer lo que es amoroso. Pero solo podemos hacer lo que es amoroso cuando todo lo que imaginamos está lleno de amor hacia nuestro prójimo.
Entonces conocemos la verdad, la verdad que hace libre a toda la humanidad. Creo que este es un mensaje que puede ayudarnos a todos en el arte de vivir una vida mejor y más elevada.
El Amor Infinito, en su inconcebible origen, fue llamado Dios, el Padre.
El Amor Infinito, en su expresión creadora, fue llamado Dios, el Hijo.
El Amor Infinito, en su interpenetración universal, en su Inmanencia Infinita y en su procesión eterna, fue llamado Dios, el Espíritu Santo.
Debemos aprender a conocernos a nosotros mismos como Amor Infinito, como bien en lugar de mal. Esto no es algo en lo que tengamos que convertirnos; es, más bien, reconocer lo que ya somos.
El lugar de nacimiento original de la imaginación es el amor.
El amor es su savia vital.
En la medida en que la imaginación conserva la sangre vital de su propio ser, sus visiones son imágenes de la verdad. Entonces refleja la identidad viviente de aquello que contempla.
Pero si la imaginación negara el mismo poder que la trajo a la existencia, comenzaría la más terrible de las pesadillas. En lugar de devolver imágenes vivientes de la verdad, la imaginación volará hacia el opuesto del amor: el miedo, y sus visiones serán entonces reflejos pervertidos y contorsionados proyectados sobre una pantalla de fantasía espantosa.
En vez de ser el supremo poder creador, se convertirá en agente activo de destrucción.
Dondequiera que la actitud del hombre hacia la vida sea verdaderamente imaginativa, allí el hombre y Dios se funden en unidad creadora.
Recuerda que el Amor es siempre creativo, causante en toda esfera, desde la más alta hasta la más baja. Jamás ha existido pensamiento, palabra o acción que no haya sido causada por el amor, o por su opuesto: algún tipo de miedo, aun cuando fuera solo el deseo de una meta poco digna.
El amor y el miedo son el resorte principal de nuestra maquinaria mental. Todo es un pensamiento antes de convertirse en cosa.
Sugiero la persecución de un ideal elevado, para que un hecho de ser se convierta en un hecho de conciencia, y hacerlo entrenando a la imaginación para darse cuenta de que la única atmósfera en la que verdaderamente vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser, es el Amor Infinito.
Dios es Amor.
El Amor nunca falla.
El Espíritu Creativo Infinito es Amor.
El impulso que llevó a la Infinita conciencia incondicionada a condicionarse en millones de formas sensibles es el Amor.
El amor considerado como una abstracción, separado de un objeto, es impensable.
El amor no es amor si no hay un amado.
El amor solo se vuelve concebible en relación, en proceso, en acto. Reconozcamos con Blake que “quien no viva por amor deberá ser dominado por el miedo,” y fijémonos los más altos ideales para amar y vivir conforme a ellos.
Pero nuestros más altos ideales no bendicen a menos que desciendan y tomen carne. Debemos hacer de los resultados y de los logros la prueba crucial de nuestra imaginación y de nuestro amor, pues la encarnación es la única realización verdadera.
Nuestra fidelidad debe ser al conjunto de toda la verdad que conocemos, y debe ser absoluta. De lo contrario, esa verdad carece de vehículo y no puede encarnarse en nosotros.
Nuestro concepto de nosotros mismos determina el escenario de nuestras vidas. Somos siempre nuestros propios carceleros.
Las puertas de la prisión que creíamos cerradas están, en realidad, entreabiertas, esperando a que veamos la verdad.
“El hombre siempre se rodea con la verdadera imagen de sí mismo,” dijo Emerson.
“Todo espíritu se construye una casa, y más allá de su casa, un mundo, y más allá de su mundo, un cielo. Sabe entonces que el mundo existe para ti, que para ti el fenómeno es perfecto. Lo que somos, eso únicamente podemos ver. Todo lo que Adán tuvo, todo lo que César pudo, tú lo tienes y lo puedes hacer.”
Adán llamó a su casa cielo y tierra.
César llamó a su casa Roma.
Tú, quizá, llamas a la tuya el oficio de zapatero, o cien acres de tierra, o la buhardilla de un estudiante.
Y, sin embargo, línea por línea, punto por punto, tu dominio es tan grande como el de ellos, aunque sin nombres tan grandiosos.
Edifica, entonces, tu propio mundo, y a medida que conformes tu vida a la idea pura en tu mente, esa idea desplegará sus vastas proporciones.
La verdad es nuestra realidad secreta interior, la causa, el sentido, la relación de nuestra vida con todas las cosas.
Deja que la verdad nos lleve hacia lo alto, expandiendo nuestras concepciones, aumentando nuestra comprensión, hasta que conozcamos la “Verdad” y seamos hechos “Libres.”
En La Mente Creadora encontrarás la obra completa de Neville Goddard en español, organizada paso a paso en orden cronológico.
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