Las Suposiciones se Cristalizan en Hechos – Lección 2 (Neville Goddard, 1948)
Segunda clase de la Masterclass “Cinco Lecciones”, más preguntas y respuestas.
Esta Biblia nuestra no tiene nada que ver con la historia. Algunos de ustedes aún pueden sentirse inclinados esta noche a creer que, aunque podemos darle una interpretación psicológica, todavía podría dejarse en su forma actual e interpretarse literalmente. No se puede hacer. La Biblia no tiene ninguna referencia en absoluto a personas ni a eventos, tal como se les ha enseñado a creer. Cuanto antes empiecen a borrar esa imagen, mejor.
Vamos a tomar unas cuantas historias esta noche, y de nuevo voy a recordarles que deben volver a representar todas estas historias dentro de su propia mente. Tengan en cuenta que, aunque parecen ser historias de personas completamente despiertas, el drama es realmente entre ustedes, el que duerme, el yo más profundo, y el yo consciente y despierto. Están personificados como personas, pero cuando llegue el momento de aplicarlas, deben recordar la importancia del estado somnoliento.
Toda creación, como les dijimos anoche, ocurre en el estado de sueño, o en ese estado que es similar al sueño, el estado somnoliento y adormecido.
Les dijimos anoche que el primer hombre aún no ha despertado. Ustedes son Adán, el primer hombre, todavía en el sueño profundo. El yo creador es el yo de cuarta dimensión cuyo hogar es simplemente el estado al que entran cuando los hombres dicen que están dormidos.
Nuestra primera historia para esta noche se encuentra en el Evangelio de Juan. A medida que la escuches desplegarse ante ti, quiero que la compares en el ojo de tu mente con la historia que escuchaste anoche del libro del Génesis. El primer libro de la Biblia, el Génesis, los historiadores afirman que es el registro de eventos que ocurrieron en la Tierra unos 3.000 años antes de los eventos registrados en el libro de Juan. Te pido que seas racional al respecto y veas si no piensas que el mismo escritor podría haber escrito ambas historias. Tú serás el juez de si el mismo hombre inspirado no podría haber contado la misma historia y haberla contado de manera diferente.
Esta es una historia muy conocida, la historia del juicio de Jesús. En este Evangelio de Juan se registra que Jesús fue llevado ante Poncio Pilato, y la multitud clamaba por su vida, querían a Jesús. Pilato se volvió hacia ellos y dijo:
“Pero vosotros tenéis una costumbre, que os suelte uno en la Pascua; ¿queréis, pues, que os suelte al Rey de los Judíos? Entonces todos volvieron a gritar, diciendo: No a éste, sino a Barrabás. Y Barrabás era un ladrón.” Juan 18:39, 40.
Se te dice que Pilato no tenía elección en el asunto, que él era sólo un juez interpretando la ley, y esta era la ley. Al pueblo debía dársele aquello que solicitara. Pilato no podía liberar a Jesús en contra de los deseos de la multitud, y así liberó a Barrabás y entregó a Jesús para que fuera crucificado.
Ahora ten presente que tu conciencia es Dios. No hay otro Dios. Y se te dice que Dios tiene un hijo cuyo nombre es Jesús. Si te tomas la molestia de buscar la palabra Barrabás en tu concordancia, verás que es una contracción de dos palabras hebraicas: BAR, que significa hija o hijo —o niño—, y ABBA, que significa padre. Barrabás es el hijo del gran padre. Y Jesús en la historia es llamado el Salvador, el Hijo del Padre.
Tenemos dos hijos en esta historia. Y tenemos dos hijos en la historia de Esaú y Jacob. Recuerda que Isaac estaba ciego, y la justicia, para ser verdadera, debe estar vendada. Aunque en este caso Pilato no está físicamente ciego, el papel asignado a Pilato implica que está ciego porque es un juez. En todos los grandes edificios judiciales del mundo vemos a la dama o al hombre que representa la justicia con los ojos vendados.
“No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio.” Juan 7:24.
Aquí encontramos que Pilato está desempeñando el mismo papel que Isaac. Hay dos hijos. Todos los personajes tal como aparecen en esta historia pueden aplicarse a tu propia vida. Tienes un hijo que en este mismo momento te está robando aquello que podrías ser.
Si viniste a esta reunión esta noche siendo consciente de querer algo, deseando algo, entraste en compañía de Barrabás.
Porque desear es confesar que no posees ahora lo que deseas, y como todas las cosas son tuyas, te robas a ti mismo al vivir en el estado de deseo. Mi salvador es mi deseo. Al querer algo estoy mirando a los ojos de mi salvador. Pero si continúo queriéndolo, niego a mi Jesús, mi salvador, pues al desear confieso que no soy, y “si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados.” No puedo tener y seguir deseando lo que tengo. Puedo disfrutarlo, pero no puedo continuar queriéndolo.
Aquí está la historia. Esta es la fiesta de la Pascua. Algo va a cambiar ahora mismo, algo va a pasar. El hombre es incapaz de pasar de un estado de conciencia a otro a menos que libere de su conciencia aquello que ahora entretiene, pues eso lo ancla donde está.
Tú y yo podemos asistir a fiestas físicas año tras año cuando el sol entra en el gran signo de Aries, pero eso no significa nada para la verdadera Pascua mística. Para celebrar la fiesta de la Pascua, la fiesta psicológica, yo paso de un estado de conciencia a otro. Lo hago liberando a Barrabás, el ladrón y asaltante que me roba ese estado que podría encarnar dentro de mi mundo.
El estado que busco encarnar está personificado en la historia como Jesús el Salvador. Si me convierto en lo que quiero ser, entonces soy salvado de lo que era. Si no me convierto en ello, continúo manteniendo encerrado dentro de mí a un ladrón que me roba el ser aquello que podría ser.
Estas historias no hacen referencia a ninguna persona que haya vivido ni a ningún evento que haya ocurrido jamás en la Tierra. Estos personajes son personajes eternos en la mente de cada hombre en el mundo. Tú y yo mantenemos perpetuamente vivos a Barrabás o a Jesús. Sabes en todo momento a quién estás hospedando.
No condenes a una multitud por clamar que se libere a Barrabás y se crucifique a Jesús. No se trata de una multitud de personas llamadas judíos. Ellos no tuvieron nada que ver con eso.
Si somos sabios, también nosotros deberíamos clamar por la liberación de ese estado mental que nos limita de ser lo que queremos ser, que nos restringe, que no nos permite convertirnos en el ideal que buscamos y luchamos por alcanzar en este mundo.
No estoy diciendo que no estés encarnando a Jesús esta noche. Solo te recuerdo que, si en este mismo momento tienes una ambición no cumplida, entonces estás entreteniendo aquello que niega el cumplimiento de la ambición, y aquello que lo niega es Barrabás.
Para explicar la transformación mística y psicológica conocida como la Pascua, o el paso, debes ahora identificarte con el ideal que servirías, y debes permanecer fiel a ese ideal. Si le permaneces fiel, no solo lo crucificas mediante tu fidelidad, sino que lo resucitas sin ayuda de ningún hombre.
Según cuenta la historia, ningún hombre pudo levantarse lo suficientemente temprano como para remover la piedra. Sin ayuda de ningún hombre, la piedra fue removida, y lo que aparentemente estaba muerto y sepultado fue resucitado sin asistencia de ningún hombre.
Caminas en la conciencia de ser aquello que deseas ser, nadie lo ve aún, pero no necesitas de un hombre para remover los problemas y obstáculos de la vida a fin de expresar aquello de lo que eres consciente de ser. Ese estado tiene su propia forma única de encarnarse en este mundo, de hacerse carne para que todo el mundo pueda tocarlo.
Ahora puedes ver la relación entre la historia de Jesús y la historia de Isaac y sus dos hijos, donde uno suplantó al otro, donde uno fue llamado el Suplantador del otro. ¿Por qué crees que quienes compilaron los más de sesenta libros de nuestra Biblia hicieron de Jacob el antepasado de Jesús?
Tomaron a Jacob, que fue llamado el Suplantador, y lo hicieron padre de doce; luego tomaron a Judá, o alabanza, el quinto hijo, y lo hicieron antepasado de José, quien se supone que engendró de alguna manera extraña a aquel llamado Jesús. Jesús debe suplantar a Barrabás, así como Jacob debe suplantar y tomar el lugar de Esaú.
Esta noche puedes sentarte justo aquí y llevar a cabo el juicio de tus dos hijos, uno de los cuales deseas que sea liberado. Puedes convertirte en la multitud que clama por la liberación del ladrón, y en el juez que voluntariamente libera a Barrabás y sentencia a Jesús para ocupar su lugar. Fue crucificado en el Gólgota, el lugar del cráneo, la sede de la imaginación.
Para experimentar la Pascua o el paso del viejo al nuevo concepto del yo, debes liberar a Barrabás, tu concepto actual del yo, que te roba el ser aquello que podrías ser, y debes asumir el nuevo concepto que deseas expresar.
La mejor manera de hacerlo es concentrar tu atención en la idea de identificarte con tu ideal. Asume que ya eres aquello que buscas, y tu suposición, aunque sea falsa, si se sostiene, se cristalizará en hecho.
Sabrás cuándo has logrado liberar a Barrabás, tu viejo concepto del yo, y cuándo has crucificado con éxito a Jesús, o fijado el nuevo concepto del yo, simplemente al mirar MENTALMENTE a las personas que conoces. Si las ves como las veías antes, no has cambiado tu concepto del yo, porque todos los cambios de concepto del yo resultan en una relación diferente con tu mundo.
Siempre parecemos ante los demás como una encarnación del ideal que inspiramos. Por lo tanto, en la meditación, debemos imaginar que los demás nos ven como nos verían si ya fuésemos lo que deseamos ser.
Puedes liberar a Barrabás y crucificar y resucitar a Jesús si primero defines tu ideal. Luego, relájate en un sillón cómodo, induce un estado de conciencia similar al sueño y experimenta en la imaginación lo que experimentarías en la realidad si ya fueras aquello que deseas ser.
Por este sencillo método de experimentar en la imaginación lo que experimentarías en la carne si fueras la encarnación del ideal que sirves, liberas a Barrabás, que te robaba tu grandeza, y crucificas y resucitas a tu salvador, o el ideal que deseabas expresar.
Ahora volvamos a la historia de Jesús en el huerto de Getsemaní. Recuerda que un jardín es un terreno preparado adecuadamente, no es un páramo. Estás preparando este terreno llamado Getsemaní al venir aquí, estudiar y hacer algo con tu mente. Dedica algo de tiempo cada día a preparar tu mente leyendo buena literatura, escuchando buena música y participando en conversaciones que ennoblezcan.
Se nos dice en las Epístolas:
“Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” Filipenses 4:8
Continuando con nuestra historia, como se cuenta en el capítulo 18 de Juan, Jesús está en el jardín y de repente una multitud comienza a buscarlo. Está allí de pie en la oscuridad y dice: “¿A quién buscáis?”
El portavoz llamado Judas responde y dice: “Buscamos a Jesús de Nazaret.”
Una voz responde: “Yo Soy.”
En ese instante todos caen al suelo, miles de ellos se desploman. Eso por sí solo debería detenerte justo ahí y hacerte saber que no puede tratarse de un drama físico, porque nadie podría ser tan audaz en su declaración de que él es a quien buscan, que pudiera hacer que miles que lo buscan cayeran al suelo.
Pero la historia nos dice que todos cayeron al suelo. Luego, cuando recuperaron la compostura, hicieron la misma pregunta.
“Jesús respondió: Os he dicho que Yo Soy; si, pues, me buscáis a mí, dejad ir a éstos.” Juan 18:8
“Entonces Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo pronto.” Juan 13:27
Judas, que debía hacerlo pronto, sale y comete suicidio.
Ahora al drama. Estás en tu huerto de Getsemaní, o mente preparada, si puedes, mientras estás en un estado similar al sueño, controlar tu atención y no dejar que se desvíe de su propósito. Si puedes hacer eso, estás definitivamente en el jardín.
Muy pocas personas pueden sentarse en silencio y no entrar en una ensoñación o en un estado de pensamiento descontrolado. Cuando puedes restringir la acción mental y permanecer fiel a tu vigilancia, sin permitir que tu atención divague por todas partes, sino sostenerla sin esfuerzo dentro de un campo limitado de presentación, hacia el estado que estás contemplando, entonces eres definitivamente esta presencia disciplinada en el huerto de Getsemaní.
El suicidio de Judas no es más que el cambio de tu concepto de ti mismo. Cuando sabes lo que quieres ser, has encontrado a tu Jesús o salvador. Cuando asumes que eres lo que deseas ser, has muerto a tu antiguo concepto del yo (Judas se suicidó) y ahora estás viviendo como Jesús. Puedes, a voluntad, desprenderte del mundo que te rodea, y unirte a aquello que deseas encarnar dentro de tu mundo.
Ahora que me has hallado, ahora que has encontrado aquello que te salvaría de lo que eres, suelta aquello que eres y todo lo que ello representa en el mundo. Despréndete por completo de ello. En otras palabras, sal y comete suicidio.
Muere por completo a lo que antes expresabas en este mundo, y ahora vive totalmente para aquello que nadie veía como verdadero en ti antes. Eres como si hubieras muerto por tu propia mano, como si te hubieras suicidado. Te quitaste la vida a ti mismo al desprenderte en conciencia de lo que antes mantenías vivo, y comienzas a vivir para aquello que has descubierto en tu jardín. Has hallado a tu salvador.
No se trata de hombres que caen, ni de un hombre que traiciona a otro, sino de tú desprendiendo tu atención y reenfocándola en una dirección completamente nueva. Desde este momento caminas como si ya fueras aquello que antes deseabas ser. Permaneciendo fiel a tu nuevo concepto de ti mismo, mueres o te suicidas. Nadie te quitó la vida, la entregaste tú mismo.
Debes poder ver la relación de esto con la muerte de Moisés, donde murió tan por completo que nadie pudo encontrar dónde fue enterrado. Debes ver la relación con la muerte de Judas. Él no es un hombre que traicionó a un hombre llamado Jesús.
La palabra Judas es alabanza; es Judá, alabar, dar gracias, estallar de júbilo. No estallas de júbilo a menos que estés identificado con el ideal que buscas y deseas encarnar en este mundo. Cuando te identificas con el estado que contemplas no puedes contener tu alegría. Ésta surge como el olor fragante descrito como Jericó en el Antiguo Testamento.
Estoy tratando de mostrarte que los antiguos contaron la misma historia en todos los relatos de la Biblia. Todo lo que intentan mostrarnos es cómo convertirnos en aquello que deseamos ser. Y sugieren en cada historia que no necesitamos la ayuda de otro. No necesitas a otro para convertirte ahora en lo que realmente quieres ser.
Ahora volvemos a una historia extraña en el Antiguo Testamento; una que muy pocos sacerdotes y rabinos serán lo bastante atrevidos para mencionar desde sus púlpitos. Aquí hay uno que va a recibir la promesa tal como la recibes ahora. Su nombre es Jesús, solo que los antiguos lo llamaban Josué, Jehosúa Ben Nun, o salvador, hijo del pez, el Salvador de lo profundo. Nun significa pez, y pez es el elemento de lo profundo, el océano profundo. Jehosúa significa Jehová salva, y Ben significa la descendencia o hijo de. Así que lo llamaron “el que trajo la era del pez”.
Esta historia está en el sexto libro de la Biblia, el libro de Josué. Se hace una promesa a Josué tal como se hace a Jesús en la forma anglicanizada en los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
En el evangelio de Juan, Jesús dice:
“Todo lo que me has dado a mí, de ti es.” Juan 17:7
“Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío.”Juan 17:10
En el Antiguo Testamento, en el libro de Josué, se dice en estas palabras:
“Todo lugar que pise la planta de vuestro pie, os lo he dado a vosotros.” Josué 1:3
No importa dónde esté; analiza la promesa y mira si puedes aceptarla literalmente. No es físicamente cierto, pero es psicológicamente verdadero. Dondequiera que puedas ponerte de pie en este mundo mentalmente, eso puedes realizar.
Josué está obsesionado con esta promesa de que dondequiera que coloque su pie (el pie es el entendimiento), dondequiera que la planta de su pie pise, eso le será dado. Él quiere el estado más deseable del mundo, la ciudad fragante, el estado deleitable llamado Jericó.
Se encuentra bloqueado por los muros infranqueables de Jericó. Está en el exterior, tal como tú estás ahora en el exterior. Funcionas tridimensionalmente y no pareces poder alcanzar el mundo cuatridimensional donde tu deseo presente ya es una realidad objetiva concreta. No pareces poder alcanzarlo porque tus sentidos te lo impiden. La razón te dice que es imposible, todo lo que te rodea te dice que no es cierto.
Ahora recurres a los servicios de una ramera y una espía, y su nombre es Rahab. La palabra Rahab simplemente significa el espíritu del padre. RACE significa aliento o espíritu, y AB, el padre. De ahí encontramos que esta ramera es el espíritu del padre y el padre es la conciencia del hombre de ser consciente, el “YO SOY” del hombre, la conciencia del hombre.
Tu capacidad de sentir es el gran espíritu del padre, y esa capacidad es Rahab en esta historia. Ella ejerce dos oficios: el de espía y el de ramera.
El oficio de una espía es este: viajar en secreto, viajar con tanta discreción que no seas detectada. No existe un solo espía físico en este mundo que pueda viajar con tanta discreción que pase totalmente inadvertido para los demás. Puede ser muy hábil ocultando sus rutas, y puede que nunca sea realmente apresado, pero en cada instante corre el riesgo de ser descubierto.
Cuando estás sentada en silencio con tus pensamientos, no hay nadie en el mundo tan sabio que pueda mirarte y decirte en qué lugar mental te encuentras.
Yo puedo estar aquí y situarme en Londres. Conociendo bien Londres, puedo cerrar los ojos y asumir que en realidad estoy de pie en Londres. Si permanezco en este estado el tiempo suficiente, podré rodearme del entorno de Londres como si fuera un hecho objetivo, concreto y sólido.
Físicamente sigo aquí, pero mentalmente estoy a miles de millas de distancia y he hecho de otro lugar este lugar. No voy allí como espía, mentalmente hago de otro lugar este lugar, y ahora. No puedes verme habitando allí, así que piensas que simplemente me he quedado dormido y que aún estoy aquí en este mundo, este mundo tridimensional que ahora es San Francisco. En lo que a mí concierne físicamente, estoy aquí, pero nadie puede decirme dónde estoy cuando entro en el momento de la meditación.
El siguiente oficio de Rahab era el de ramera, que consiste en conceder a los hombres lo que le piden sin cuestionar el derecho del hombre a pedirlo. Si ella es una ramera absoluta, como su nombre implica, entonces lo posee todo y puede conceder todo lo que el hombre le pida. Está allí para servir, y no para cuestionar el derecho del hombre a buscar lo que busca de ella.
Tienes dentro de ti la capacidad de apropiarte de un estado sin conocer los medios que se emplearán para realizar ese fin y asumes el sentimiento del deseo cumplido sin poseer ninguno de los talentos que los hombres afirman que debes tener para hacerlo. Cuando lo apropias en la conciencia, has empleado al espía, y porque puedes encarnar ese estado dentro de ti al dártelo realmente a ti mismo, eres la ramera, pues la ramera satisface al hombre que la busca.
Puedes satisfacerse a ti mismo apropiándote del sentimiento de que eres aquello que deseas ser. Y esta suposición, aunque sea falsa, es decir, aunque la razón y los sentidos lo nieguen, si se persiste, se cristalizará en hecho. Al encarnar realmente aquello que has asumido ser, tienes la capacidad de quedar completamente satisfecho. A menos que se convierta en una realidad tangible y concreta, no estarás satisfecho; te sentirás frustrado.
Se te dice en esta historia que cuando Rahab entró en la ciudad para conquistarla, la orden que se le dio fue entrar en el corazón de la ciudad, el corazón del asunto, su mismo centro, y allí permanecer hasta que yo llegue. No salgas de casa en casa, no abandones la habitación alta de la casa en la que entres. Si sales de la casa y hay sangre sobre tu cabeza, será sobre tu cabeza. Pero si no abandonas la casa y hay sangre, será sobre mi cabeza.
Rahab entra en la casa, sube al piso superior, y allí permanece mientras los muros se derrumban. Es decir, debemos mantener un ánimo elevado si queremos caminar con los de más alto rango. De manera muy velada, la historia te dice que cuando los muros se derrumbaron y Josué entró, la única salvada en la ciudad fue la espía y la ramera cuyo nombre era Rahab.
Esta historia muestra lo que puedes hacer en este mundo. Nunca perderás la capacidad de colocarte en otro lugar y convertirlo en tu aquí. Nunca perderás la habilidad de darte a ti mismo aquello que eres lo suficientemente audaz como para apropiarte como verdadero de ti. No tiene nada que ver con la mujer que representó ese papel.
La explicación del derrumbe de los muros es sencilla. Se te dice que él sopló la trompeta siete veces y, en la séptima llamada, los muros se derrumbaron y él entró victorioso en el estado que buscaba.
El siete es quietud, descanso, el sábado. Es el estado en que el hombre está completamente inmóvil en su convicción de que la cosa es. Cuando puedo asumir el sentimiento de mi deseo cumplido y dormir, despreocupado, sin perturbaciones, estoy en reposo mental y guardando el sábado, o soplando la trompeta siete veces. Y cuando alcanzo ese punto, los muros se derrumban. Las circunstancias entonces cambian y se remodelan en armonía con mi suposición. Al derrumbarse, resucito aquello que me he apropiado en mi interior. Los muros, los obstáculos, los problemas, se desmoronan por su propio peso si puedo alcanzar el punto de quietud dentro de mí.
El hombre que puede fijar en el ojo de su mente una idea, aunque el mundo la niegue, si permanece fiel a esa idea la verá manifestada. Hay toda la diferencia del mundo entre sostener la idea y ser sostenido por la idea. Conviértete en alguien tan dominado por una idea que la mente la persiga como si fueras tú. Entonces, sin importar lo que los demás digan, estarás caminando en dirección a tu actitud mental fija. Estarás caminando en la dirección de la idea que domina la mente.
Como te dijimos anoche, solo tienes un regalo que sea verdaderamente tuyo para dar, y ese eres tú mismo. No hay otro regalo; debes exprimirlo de ti mediante una apropiación. Está dentro de ti ahora, porque la creación está terminada. No hay nada por ser que no sea ya. No hay nada que deba ser creado, pues todas las cosas ya son tuyas, están todas terminadas.
Aunque el hombre no pueda mantenerse físicamente en un estado, siempre puede mantenerse mentalmente en cualquier estado deseado. Con mantenerse mentalmente me refiero a que ahora, en este mismo momento, puedes cerrar los ojos y visualizar un lugar distinto de tu ubicación actual, y asumir que realmente estás allí. Puedes SENTIR que es tan real que, al abrir los ojos, te asombrarás al descubrir que no estás físicamente allí.
Este viaje mental al estado deseado, con su subsiguiente sensación de realidad, es todo lo necesario para provocar su cumplimiento. Tu Yo mayor, de dimensión superior, posee medios que tu yo menor, o tridimensional, desconoce. Además, para tu Yo mayor, todos los medios son buenos que promuevan el cumplimiento de tu suposición.
Permanece en el estado mental definido como tu objetivo hasta que tenga la sensación de realidad, y todas las fuerzas del cielo y de la tierra se apresurarán a ayudar a su encarnación. Tu Yo mayor influirá en las acciones y palabras de todos los que puedan usarse para auxiliar la manifestación de tu actitud mental fija.
Ahora volvemos al libro de Números y aquí encontramos una historia extraña. Confío en que algunos de ustedes hayan tenido esta experiencia, tal como se describe en el libro de Números. Se habla de la construcción de un tabernáculo por mandato de Dios; que Dios ordenó a Israel construirle un lugar de adoración.
Les dio todas las especificaciones del tabernáculo. Tenía que ser un lugar de adoración alargado y móvil, y tenía que estar cubierto de piel. ¿Hace falta decir algo más? ¿No es eso el hombre?
“¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?” 1 Corintios 3:16
No hay otro templo. No un templo hecho por manos, sino un templo eterno en los cielos. Este templo es alargado, y está cubierto de piel, y se mueve por el desierto.
“Y el día que se levantó el tabernáculo, la nube cubrió el tabernáculo, esto es, la tienda del testimonio; y al caer la tarde había sobre el tabernáculo apariencia de fuego, hasta la mañana. Así era siempre: la nube lo cubría de día y la apariencia de fuego de noche.” Números 9:15–16
El mandato dado a Israel fue permanecer hasta que la nube subiera de día y el fuego de noche.
“Ya fuesen dos días, o un mes, o un año, que la nube reposara sobre el tabernáculo, permaneciendo allí, los hijos de Israel moraban en sus tiendas y no viajaban; pero cuando se alzaba, viajaban.” Números 9:22
Sabes que tú eres el tabernáculo, pero quizá te preguntes, ¿qué es la nube? En la meditación muchos de vosotros debéis haberla visto. En la meditación, esta nube, como las aguas subterráneas de un pozo artesiano, brota espontáneamente en tu cabeza y se forma en anillos pulsantes de oro. Luego, como un río suave, fluyen desde tu cabeza en un torrente de vivos anillos de oro.
En un estado meditativo que bordea el sueño, la nube asciende. Es en este estado somnoliento que debes asumir que eres aquello que deseas ser, y que posees aquello que buscas, porque la nube adoptará la forma de tu suposición y modelará un mundo en armonía con ella misma. La nube es simplemente el vestido de tu conciencia, y donde tu conciencia se coloque, allí estarás también en la carne.
Esta nube dorada llega en la meditación. Hay un cierto momento cuando te aproximas al sueño en que es muy, muy espesa, muy líquida y muy viva y palpitante. Comienza a ascender cuando alcanzas el estado somnoliento y meditativo, rozando el sueño. No golpeas el tabernáculo; tampoco lo mueves hasta que la nube empieza a ascender.
La nube siempre asciende cuando el hombre se aproxima a la somnolencia del sueño. Porque cuando un hombre se duerme, se dé cuenta o no, se desliza de un mundo tridimensional a un mundo cuatridimensional, y lo que asciende es la conciencia de ese hombre en un enfoque mayor; es un enfoque cuatridimensional.
Lo que ahora ves ascender es tu Yo mayor. Cuando eso comienza a ascender, entras en el estado real de sentir que eres lo que deseas ser. Ese es el momento en que te arrullas en el estado de ser lo que deseas ser, ya sea experimentando en la imaginación lo que experimentarías en la realidad si ya fueras aquello que quieres ser, o repitiendo una y otra vez la frase que implica que ya has hecho lo que deseas hacer. Una frase como: “¿No es maravilloso, no es maravilloso?”, como si algo maravilloso te hubiera sucedido.
“En sueño, en visión nocturna, cuando el sueño profundo cae sobre los hombres, en el reposo sobre el lecho, entonces abre Dios el oído de los hombres y sella su enseñanza.” Job 33:15–16
Usa sabiamente el intervalo que precede al sueño. Asume el sentimiento del deseo cumplido y vete a dormir con ese ánimo. De noche, en un mundo dimensionalmente mayor, cuando el sueño profundo cae sobre los hombres, ven y representan los papeles que luego en la tierra interpretarán. Y el drama siempre está en armonía con lo que sus Yoes dimensionalmente mayores leen y representan a través de ellos. Nuestra ilusión de libre albedrío no es más que ignorancia de las causas que nos hacen actuar.
La sensación que domina la mente del hombre al quedarse dormido, aunque sea falsa, se cristalizará en hecho. Asumir el sentimiento del deseo cumplido al quedarnos dormidos, es el mandato a este proceso de encarnación, diciendo a nuestro ánimo: “Encárnate” De esta manera nos convertimos, mediante un proceso natural, en aquello que deseamos ser.
Puedo contarte decenas de experiencias personales donde parecía imposible ir a otro lugar, pero ubicándome mentalmente en otro lugar cuando estaba a punto de dormir, las circunstancias cambiaron rápidamente y se vieron obligadas a llevarme en ese viaje. Lo he hecho cruzando el agua colocándome por la noche en mi cama como si durmiera donde quería estar. A medida que los días se desdoblaban, las cosas comenzaron a moldearse en armonía con esa suposición y todo lo que debía suceder para obligarme a viajar sucedió. Y yo, a pesar de mí mismo, tuve que prepararme para ir hacia ese lugar en el que asumí que estaba cuando me aproximé al sueño profundo.
Mientras mi nube asciende, asumo que ahora soy el hombre que quiero ser, o que ya estoy en el lugar que deseo visitar. Duermo en ese lugar ahora. Luego la vida golpea el tabernáculo, golpea mi entorno y lo reconstruye al otro lado de los mares o por tierra, rehaciéndolo a semejanza de mi suposición. No tiene nada que ver con hombres cruzando un desierto físico. El vasto mundo que te rodea es un desierto.
Desde la cuna hasta la tumba tú y yo caminamos como si recorriéramos el desierto. Pero tenemos un tabernáculo viviente en el cual mora Dios, y está cubierto por una nube que puede y de hecho asciende cuando dormimos o estamos en un estado similar al sueño. No necesariamente en dos días; puede ascender en dos minutos. ¿Por qué te dieron dos días? Si ahora me convierto en el hombre que quiero ser, puedo sentirme insatisfecho mañana. Al menos debería darle un día antes de decidir avanzar.
La Biblia dice “en dos días, o un mes, o un año”: cuando decidas avanzar con este tabernáculo deja que la nube ascienda. Al ascender, comienzas a moverte donde está la nube. La nube es simplemente el vestido de tu conciencia, tu suposición. Dondequiera que se coloque la conciencia, no tienes que llevar el cuerpo físico; este gravita allí a pesar de ti. Las cosas suceden para obligarte a moverte en la dirección donde conscientemente habitas.
“En la casa de mi Padre hay muchas moradas; de no ser así, os lo hubiera dicho. Voy a preparar lugar para vosotros; y si me fuere y os preparare un lugar, vendré otra vez y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.” Juan 14:2–3
Las muchas moradas son los innumerables estados dentro de tu mente, pues tú eres la casa de Dios. En la casa de mi Padre hay infinitas formas de concebirte a ti mismo. No podrías, en la eternidad, agotar todo lo que eres capaz de ser.
Si me siento aquí en silencio y asumo que estoy en otro lugar, he ido y preparado un lugar. Pero si abro los ojos, la bilocación que creé desaparece y vuelvo aquí en la forma física que dejé atrás al ir a preparar el lugar. Pero preparé el lugar de todos modos y, con el tiempo, habitaré allí físicamente.
No tienes que preocuparte por los modos y medios que se emplearán para trasladarte por el espacio hasta ese lugar que has ido a preparar mentalmente. Simplemente siéntate en silencio, no importa donde estés, y actualízalo mentalmente.
Pero te advierto, no lo tomes a la ligera, porque soy consciente de lo que hará en las personas que lo tomen a la ligera. Yo lo tomé a la ligera una vez porque solo quería alejarme, basándome únicamente en la temperatura del día. Era pleno invierno en Nueva York, y tanto deseaba estar en el cálido clima de las Indias, que dormí esa noche como si durmiera bajo palmeras. A la mañana siguiente, al despertar, seguía siendo pleno invierno.
No tenía intención de ir a las Indias ese año, pero llegaron noticias angustiosas que me obligaron a emprender el viaje. Era en plena guerra, cuando se hundían barcos a diestra y siniestra, pero zarpé de Nueva York en un barco 48 horas después de recibir la noticia. Era la única manera de llegar a Barbados, y llegué justo a tiempo para ver a mi madre y decirle un “adiós” tridimensional.
A pesar de que no tenía intención de ir, el Yo más profundo observó dónde descendía la gran nube. La ubiqué en Barbados y este tabernáculo (mi cuerpo) tuvo que emprender el viaje para cumplir el mandato: “Dondequiera que la planta de vuestro pie pise, eso os he dado.” Dondequiera que la nube descienda en el desierto, allí reconstruyes ese tabernáculo.
Zarpé de Nueva York a medianoche en un barco, sin pensar en submarinos ni en nada más. Tenía que ir. Las cosas sucedieron de un modo que yo no podría haber imaginado.
Te lo advierto, no lo tomes a la ligera. No digas: “Experimentaré y me pondré en Labrador, solo para ver si funciona.” Irás a tu Labrador y luego te preguntarás por qué viniste a esta clase. Funcionará si te atreves a asumir el sentimiento de tu deseo cumplido al acostarte.
Controla tus ánimos al irte a dormir. No encuentro mejor manera de describir esta técnica que llamarla “sueño despierto controlado”. En un sueño pierdes el control, pero prueba preceder tu sueño con un sueño despierto completamente controlado, entrando en él como lo haces en un sueño, pues en un sueño siempre eres muy dominante, siempre interpretas el papel. Siempre eres actor en un sueño, y nunca el público. Cuando tienes un sueño despierto controlado eres actor y entras en el acto del sueño controlado. Pero no lo hagas a la ligera, porque entonces tendrás que representarlo físicamente en un mundo tridimensional.
Ahora, antes de entrar en nuestro momento de silencio, hay algo que debo dejar muy claro, y es este esfuerzo del que hablamos anoche. Si hay una razón en todo este vasto mundo por la que la gente fracasa, es porque desconoce una ley que los psicólogos conocen hoy como la ley del esfuerzo inverso.
Cuando asumes el sentimiento de tu deseo cumplido, lo haces con un esfuerzo mínimo. Debes controlar la dirección de los movimientos de tu atención. Pero debes hacerlo con el menor esfuerzo posible. Si hay esfuerzo en el control, y lo estás forzando de alguna manera, no obtendrás los resultados. Obtendrás los resultados opuestos, cualesquiera que sean.
Es por eso que insistimos en establecer la base de la Biblia mientras Adán dormía. Ese es el primer acto creativo, y no hay registro de que alguna vez despertara de ese sueño profundo. Mientras duerme, la creación se detiene.
Cambias tu futuro de la mejor manera cuando controlas tus pensamientos mientras estás en un estado similar al sueño, pues entonces el esfuerzo se reduce al mínimo. Tu atención parece relajarse por completo, y entonces debes practicar sostenerla dentro de ese sentimiento, sin usar fuerza y sin usar esfuerzo.
No pienses por un momento que es la fuerza de voluntad lo que lo hace. Cuando liberas a Barrabás y te identificas con Jesús, no te esfuerzas por serlo, imaginas que lo eres. Eso es todo lo que haces.
Ahora, al llegar a la parte vital de la noche, el intervalo dedicado a la oración, permíteme de nuevo aclarar la técnica. Sabe lo que deseas. Luego construye un único evento, un evento que implique el cumplimiento de tu deseo. Restringe el evento a un solo acto.
Por ejemplo, si elijo como evento dar la mano a un hombre, eso es lo único que hago. No la doy, luego enciendo un cigarrillo y hago mil otras cosas. Simplemente imagino que realmente estoy estrechando la mano y mantengo el acto repitiéndolo una y otra y otra vez hasta que el acto imaginario tenga toda la sensación de realidad.
El evento debe implicar siempre el cumplimiento del deseo. Construye siempre un evento que creas que naturalmente encontrarías tras el cumplimiento de tu deseo. Eres tú quien decide qué evento realmente quieres realizar.
Hay otra técnica que te di anoche. Si no puedes concentrarte en un acto, si no puedes acurrucarte en tu sillón y creer que el sillón está en otro lugar, como si ese otro lugar fuera aquí, haz esto: Reduce la idea, condénsala en una sola frase sencilla como: “¿No es maravilloso?” o “Gracias.” o “Está hecho.” o “Ha terminado.”
No debe haber más de tres palabras. Algo que implique que el deseo ya está realizado. “¿No es maravilloso?”, o “Gracias”, ciertamente lo implican. Estas no son todas las frases que podrías usar. Elabora, con tu propio vocabulario, la frase que mejor te convenga. Pero hazla muy, muy breve y utiliza siempre una frase que implique el cumplimiento de la idea.
Cuando tengas tu frase en mente, eleva la nube. Deja que la nube ascienda simplemente induciendo el estado que roza el sueño. Simplemente comienza a imaginar y sentir que te da sueño, y en este estado asume el sentimiento del deseo cumplido. Luego repite la frase una y otra vez como una canción de cuna. Sea cual sea la frase, deja que implique que la suposición es verdadera, que es concreta, que ya es un hecho y lo sabes.
Simplemente relájate y sumérgete en la sensación de ya ser lo que deseas ser. Al hacerlo, entras en Jericó con tu espía que tiene el poder de otorgarlo. Estás liberando a Barrabás y sentenciando a Jesús a ser crucificado y resucitado. Todas estas historias las estás representando si ahora comienzas a soltar y a entrar en la sensación de ser en realidad aquello que deseas ser. Ahora podemos irnos…
Período de silencio
Si tus manos están secas, y si tu boca está seca al terminar esta meditación, eso es prueba positiva de que lograste elevar la nube. Lo que hacías cuando la nube se elevó es asunto completamente tuyo. Pero sí elevaste la nube si tus manos están secas.
Te hablaré de otro fenómeno que es muy extraño y que no puedo analizar. Sucede si realmente entras en lo profundo. Al despertar descubrirás que tienes el par de riñones más activo del mundo. Lo he comentado con médicos y no pueden explicarlo.
Otra cosa que puedes observar en la meditación es una hermosa luz líquida azul. Lo más parecido en la tierra a lo que puedo compararla es el alcohol en llamas. Sabes cuando pones alcohol en el pudín de ciruela en Navidad y lo enciendes, la hermosa llama líquida azul que envuelve el pudín hasta que la apagas. Esa llama es lo más parecido a la luz azul que aparece en la frente de un hombre en meditación.
Esta publicación forma parte de una serie de 6 sesiones
Masterclass completa: “Cinco Lecciones” (Neville Goddard, 1948)
Incluye las cinco clases dictadas por Neville y una sesión final con preguntas y respuestas del público.
🔸 Lección 1: La Conciencia es la Única Realidad
🔸 Lección 2: Las Suposiciones se Cristalizan en Hechos
🔸 Lección 3: Pensar en Cuarta Dimensión
🔸 Lección 4: No hay nadie a quien cambiar sino a uno mismo
🔸 Lección 5: Permanece Fiel a tu Idea
🔸 Sesión 6: Preguntas y respuestas en vivo (Próximamente)
¿List@ para seguir profundizando esta enseñanza?
Puedes explorar los ejercicios prácticos que Neville compartió en esta lección: Ver ejercicios de la Lección #2
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