Tu Dominio Supremo · Neville Goddard (1953)
Explica cómo asumir el mando interior de la vida mediante la conciencia del “Yo Soy”, el verdadero dominio sobre toda circunstancia.
Como se te ha dicho, el tema de esta mañana es “Tu Dominio Supremo”. El hombre no lo posee, o no sabe que lo posee, porque ciertamente no lo está ejerciendo.
Leemos en el primer capítulo del Libro del Génesis:
“Y Dios creó al hombre a Su imagen; a imagen de Dios lo creó. Los creó varón y hembra. Y los bendijo Dios, y les dijo: ‘Fructificad y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; y tened dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra.’
Y vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno.” [Génesis 1:27–31]
Ahora bien, tú y yo, al leer la Biblia sin saber que es una verdad psicológica y viéndola como un hecho histórico, no podemos comprender la palabra. Pero cuando el hombre entiende que la Biblia es la más grande colección de verdades psicológicas y que jamás fue escrita para ser tomada como historia o cosmología, entonces vislumbra la grandeza de este libro maravilloso.
Porque el propio hombre es la gran tierra psicológica que debe ser sometida. En el hombre se mueven todas las pasiones, todas las grandes emociones simbolizadas como criaturas que se arrastran y animales. En las profundidades del hombre viven realmente los estados invisibles representados como peces. Y en esas mismas profundidades habitan las innumerables e infinitas ideas simbolizadas como las aves del cielo.
Es este hombre el que debe someterse a sí mismo, pues al hacerlo llega la promesa: tener dominio sobre ese vasto y maravilloso país que es el propio hombre. Si el hombre no sabe que él mismo es la tierra de la que se habla, cree que debe salir al mundo y conquistarlo. El mundo refleja la obra que se ha hecho dentro del hombre. Y así, cuando contempla este mundo maravilloso que lo rodea, se siente tan pequeño.
La Biblia también nos dice que él se llama a sí mismo langosta, y al verse como una langosta contempla gigantes en la tierra: los gigantes de la industria, los gigantes de la economía, los gigantes que lo rodean. Y se siente cada vez más pequeño, porque no sabe cómo comenzar a someter la tierra, que es él mismo.
Cuando el hombre llega a saberlo, comprende que, como individuo, es supremo dentro del círculo de su propia conciencia, pues dentro de ese círculo de su propia conciencia toda la trama de la vida se representa una y otra vez.
Debe comenzar consigo mismo; y entonces verá que este mundo exterior, este mundo visible, no es lo que él cree: un lugar de exilio lejos de Dios. Es la vestidura viva del Padre. Y aunque para muchos de nosotros su armonía disonante necesita ser interpretada, para el sabio tiene una voz; y esa voz habla de las cosas ocultas tras el velo, de los misterios escondidos tras el velo de la mente del hombre, porque todo este vasto y maravilloso mundo es la respuesta a la disposición de la mente del hombre.
Porque cuando el hombre lo comprende, vuelve su mirada hacia dentro en busca de las causas ocultas; mira hacia las profundidades para observar los peces, cómo nadan y cómo se relacionan. Pues esta disposición de lo profundo es la que habrá de proyectarse como las circunstancias y condiciones de su vida.
Y así hoy, si aún no has comenzado, hoy es el momento de empezar a poner realmente en práctica esta enseñanza, y convertir esta violencia en un jardín de Dios. Ese jardín se llama Edén, y el hombre fue puesto en él para guardarlo y cuidarlo, porque el jardín de Dios es el hombre mismo, es la mente del hombre. Nunca encontrarás un jardín sin la presencia de un hombre, pues sin él no habría más que un bosque salvaje.
Así cuando el hombre es colocado en ese jardín, comienza a cortar los árboles o las semillas del pensamiento erróneo; limpia el terreno, lo cultiva, y luego siembra con sabiduría. Entonces tú tendrás dominio, porque tú elegirás la semilla que vas a plantar, las ideas que vas a albergar, y las cultivarás.
Sabiendo que el mundo exterior da testimonio constante de la disposición interior de tu mente, solo elegirás aquello que deseas proyectar en la vestidura viva de tu Padre. Porque todo este vasto mundo que te rodea es una vestidura viviente, llevada por tu Padre.
Entonces, ¿cómo cosechó Él?. Dijo:
“Hagamos al hombre a nuestra imagen.”
Ahora bien, los métodos del conocimiento mental y del conocimiento espiritual son completamente distintos. Tú y yo podemos conocer algo mentalmente al mirarlo desde fuera, comparándolo con otras cosas, analizándolo, definiéndolo o incluso describiéndolo. Pero solo podemos conocer algo espiritualmente convirtiéndonos en ello. Debemos ser la cosa misma si queremos conocerla espiritualmente.
Debemos estar enamorados si queremos conocer el amor. Debemos ser como Dios si deseamos saber lo que Dios es. Porque Dios no me hizo a partir de algo distinto de Sí mismo; me hizo perfecto, y para hacerlo tuvo que convertirse en mí. No había otra manera en el mundo en que Dios pudiera crearme, a menos que Él mismo se convierta en mí. Así que Dios se hizo hombre para poder conocer al hombre de la única forma en que puede conocer algo, pues Él conoce todas las cosas espiritualmente y las llama muy buenas.
Así que Él me hizo convirtiéndose en mí, y ahora se me llama a ir, a cuidar la tierra, a someterla y a tener dominio sobre ella. Y yo soy la tierra: debo aprender a sembrar como Él sembró, pues Él plantó el mundo convirtiéndose en el mundo. Ahora debo sembrar como hombre, convirtiéndome en el hombre que deseo ser.
Así que enumeraré todas las cosas, las nombraré, daré un nombre a todo aquello que deseo expresar como hombre, y luego lo conoceré espiritualmente al convertirme en ello, pues me convierto en eso del mismo modo en que Él se convirtió en mí.
Me identifico con ello y vivo dentro de esa identidad; la revisto de carne, la revisto de hecho. Nada de lo que es mío en este mundo puede serme quitado, excepto si me desprendo del estado en el que aquello que amo tiene su vida natural. Si vivo en un mundo de belleza, si habito en un mundo de amistad, de bienestar y de todas las cosas hermosas que el hombre disfruta, ningún poder en el mundo podría quitarme una sola de ellas, salvo que yo mismo, que vivo entre ellas, me separe del estado en el que esas cosas hermosas tienen su vida natural.
Cuando tú y yo lo comprendemos, comenzamos a cultivar la tierra: arrancamos de la mente todas las malas hierbas de los estados negativos, de todas las emociones que no son bellas, y sometemos no lo exterior, sino lo interior. Entonces, lo exterior refleja ese cultivo interior en uno mismo.
Ahora bien, ¿cómo se hace? En el primer libro de la Biblia se nos dice cómo se hace. Porque la promesa es para el hombre que la hace, y esa promesa es una expansión completa, más allá de los sueños más atrevidos del estado que ha sembrado.
El primero que lo hizo fue llamado Jacob. Pues bien, yo soy Jacob, tú eres Jacob si comienzas a sembrar; todo hombre es un Jacob en potencia. Y Jacob lo hizo mediante la rectitud. Como se nos dice, lo hizo a través de la rectitud y se multiplicó enormemente, aumentó mil veces sus rebaños, su ganado; creció y prosperó más allá de toda medida humana, teniendo sirvientas, sirvientes y camellos en abundancia.
Y esto fue lo que dijo:
“Mi rectitud hablará por mí en el tiempo venidero.” [Génesis 30:33]
La rectitud es la conciencia correcta. Y la única conciencia correcta es la conciencia de ser ya el hombre que deseas ser, porque eso te une a un estado invisible. Aún no puedes verlo, pero te conectas con el estado que te atreves a asumir como tuyo, y así sales a pescar en las profundidades, comienzas a someter lo profundo. Entras en un estado a través del sentimiento, sintiendo que ya eres lo que deseas ser. Y así es como creces inmensamente en tu mundo, pues te conviertes en el Jacob que se expande en su propio mundo.
El siguiente que encontramos es Job. En medio de todas las pruebas y tribulaciones del hombre, Job dice:
“Me mantendré firme en mi rectitud, y mi corazón jamás me juzgará con dureza mientras viva.” [Job 27:6]
Se aferrará a la rectitud en medio de la tormenta, en medio de todos los problemas del mundo, asumirá que es libre y se mantendrá firme en esa conciencia correcta, sabiendo que ni en la eternidad su corazón podría juzgarlo con dureza.
Luego se nos dice:
“Los mansos de la tierra buscan la rectitud, y es a los mansos de la tierra a quienes les da la tierra.”
Como se te ha dicho:
“Los mansos heredarán la tierra.” [Salmos 37:11 / Mateo 5:5]
Tal vez te hayan enseñado a creer que eso se refiere al hombre derrotado, al que se arrastra y se humilla como la langosta; pero no es así. La palabra “manso”, traducida correctamente, significa “domado”, como un animal salvaje que ha sido domesticado.
Así, el hombre que doma su mente, el hombre que domina su propio ser al punto de poder asignarle cualquier tarea y ver cómo esa tarea se cumple, ese hombre es manso. Y los mansos heredan la tierra.
Y los mansos siempre buscan la rectitud, así que si hoy comienzo a someter esta tierra, debo hacer de la rectitud mi lema. Y si soy recto, ahora elegiré la naturaleza de los árboles que deseo plantar, la naturaleza de las flores que deseo sembrar, la naturaleza de los animales que quiero cultivar, la naturaleza de los peces que quiero pescar, y los nombraré como estados deseables, llamados en la Biblia “belleza en lugar de ceniza”, llamados en la Biblia “espíritu de alegría en lugar de luto”, y descritos con todos esos nombres tan llenos de belleza. 【Isaías 61:3】
Como se te ha dicho:
“En todo lo que es bueno, habita en ello” [Filipenses 4:8]
Porque Él llamó a todo lo que había hecho muy bueno. Todo aquello que yo llamo bueno, lo cual es un juicio recto, será el juicio correcto. Y yo, a pesar de la evidencia de mis sentidos que lo nieguen, a pesar de la razón que me diga que es imposible de realizar, al descubrir que soy yo quien planta mi jardín, que éste es el único jardín que debo cultivar, que ésta es la única tierra que debo someter, comenzaré ahora, con valentía, a asumir el bien: primero para mí, pues siempre se empieza con Jerusalén, y luego iré al mundo a predicar la bondad, conociéndola desde dentro.
Cuando te encuentres con alguien, sin importar lo que su apariencia revele, reconoce la verdad acerca de esa persona y libérala. Sabes, aun si él mismo no lo sabe todavía, que debe ser conocido como realmente es; y si aún no lo ha reconocido en sí, tú al menos conócelo así por él. Y aunque no vuelvas a verlo en la carne, sigue sabiendo la verdad que libera al hombre, al saber que ya es libre. Entonces estarás cultivando tu jardín, sometiéndolo, trayéndolo bajo tu dominio, y entonces tendrás dominio.
Entonces eres supremo en tu mundo si solo conoces el mundo que en verdad eres; porque el hombre es la tierra psicológica sobre la cual se desarrolla este maravilloso torbellino de acontecimientos. El hombre es la tierra psicológica sobre la que se mueven todos los animales, pues cada emoción está simbolizada como un animal, y cada ave del cielo representa en verdad una idea que albergas.
Cada pez de las profundidades es un estado invisible que podrías atrapar si supieras lanzar tu red al lado correcto. Porque pasas la noche pescando y no atrapas nada, hasta que llega uno que sabe, el justo, y él lanza la red al lado derecho, siempre al lado derecho, y ese lado derecho es la rectitud, la conciencia correcta. 【Juan 21:6】
Y lo atraparé; puede que no lo vea, no necesito verlo. No tengo que esperar a que la evidencia de mis sentidos lo confirme, pues se me ha dicho:
“Y la fe le fue contada por justicia.” [Romanos 4:22]
Así que tendré fe en la realidad de lo profundo; tendré fe en la realidad de los estados invisibles. Aunque ahora sea invisible, sé que existe: es un pez, y tengo fe en la existencia y en la realidad del estado invisible que deseo exteriorizar, sabiendo que puedo exteriorizarlo, porque cada vez que lo hago, añado algo más a esta maravillosa vestidura de mi Padre, y ése es mi trabajo, mi deber.
Así que aquí, cada uno de nosotros debe comenzar a creer que es la única tierra de la que habla la Biblia. Tú eres el elegido para habitar en el centro del jardín, pero haz de él un jardín, pues las palabras son:
“Guárdalo, guárdalo y plántalo bien.” [Génesis 2:15]
Tienes dominio sobre toda idea en tu mente. Quizás digas que no lo tienes; algunas pueden resultarte perturbadoras, pero siempre tienes la elección de rechazarlas o aceptarlas.
Si la aceptas, te identificas con ella, y el estado con el que te identificas debe, por la misma ley de tu ser, objetivarse en tu mundo, para que puedas ver, a través de ello, cómo estás plantando tu jardín.
Ahora bien, no esperes ni un segundo después de notar malas hierbas en lugar de flores. Empieza en el mismo instante de la observación y vuelve a plantar el jardín. Comienza de verdad a dominarlo. Conviértete en el manso, y recuerda que el manso es el valiente.
El manso es el valiente de corazón que no pide ayuda. Camina sabiendo que puede hacerlo. Él puede pescar, él puede realmente someter a toda ave del cielo, a toda idea de la mente. Él comienza a conocer estas cosas espiritualmente, a conocerlas de la única manera en que tú y yo deberíamos conocer algo: convirtiéndonos en ello, no acumulando un mundo de información sobre cosas externas ni conociéndolas solo mentalmente.
Debo aprender a conocer las cosas espiritualmente; debo aprender a conocer lo que es el amor espiritualmente, estando enamorado. Debo aprender a conocer lo que es la seguridad espiritualmente, haciéndome consciente de ser ya seguro. Debo aprender a conocer lo que es la salud, haciéndome consciente de estar ya sano, y sostener estos estados en nombre de la rectitud, sabiendo que mi rectitud hablará por mí en el tiempo venidero. 【Génesis 30:33】
No me hagas promesas, porque cuando el suegro le dijo a Jacob:
“¿Qué promesa debería hacerte?”
Jacob respondió:
“Solo dime que la cría que nazca de cierto modo será mía, y ninguna otra promesa, ni salario, ni paga; todos los manchados serán míos. No hay ninguno manchado entre los padres, pero toda cría que nazca manchada, aunque los padres no lo sean, será mía.
Ése será mi salario, y mi rectitud dará testimonio por mí en el tiempo venidero.” [Génesis 30:31–33]
Entonces comenzó a asumir que su mundo estaba poblado de becerros manchados, y cada cría sana que nacía, nacía manchada. Y aumentó más allá de los sueños más atrevidos del hombre.
Pues conviértete en ese hombre, y comienza desde lo simple, como él comenzó. No había nada en el mundo que le hiciera pensar que de padres sin manchas pudiera nacer un becerro manchado. Y, sin embargo, lo supo y asumió que esos padres darían a luz tales crías en gran número, y así fue: nacieron mil veces más de lo que podía imaginar.
En tu caso puede tratarse de un negocio, o tal vez los médicos te han dado un diagnóstico definitivo, un veredicto final y es fatal. Pues bien, te digo que a pesar de eso, y aunque el médico en su buena intención no te haya dicho tal cosa para herirte o asustarte, pues él mismo lo cree firmemente, tú tienes otra ley, y esa ley es que puedes asumir a pesar de ese veredicto, que ya estás sano.
Y entonces, aunque mañana o pasado el árbol aún no aparezca, sabes que a su tiempo tu rectitud hablará por ti. Y como Job, en medio de todas las tormentas, cuando ya deberías haber descendido a la tumba, te mantienes firme en la conciencia de ser ya lo que deseas ser, para que tu corazón no hable contra ti con dureza. Y no lo hará, tú conoces la historia. 【Job 27:6】
Y así, a lo largo de toda la enseñanza se nos dice:
“Rompe con tus pecados, rompe con tus faltas por medio de la rectitud.”
Y también:
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.” [Mateo 5:6]
Ahora se te dice:
“Busca primero el Reino de Dios y Su justicia, y todas las cosas te serán añadidas.” [Mateo 6:33]
Pues el Reino de Dios está dentro de ti. Se te ha dicho muchas veces, y la Biblia lo afirma una y otra vez:
“El Reino de Dios y el Reino de los Cielos están dentro de ti.” [Lucas 17:21]
No están fuera. Lo que ves aparentemente fuera no es más que la respuesta de lo interior, del lugar donde realmente están. Así que búscalo a Él y Su justicia: asume dentro de ti el estado de ánimo que sería tuyo si ya fueras el hombre que deseas ser.
Sostén ese estado de ánimo, habítalo tan a menudo como puedas, y observa cómo esa rectitud atrae hacia sí todas las cosas, y cómo todo lo que atrae está siempre en armonía con su naturaleza. Nunca atraerá nada que le sea ajeno. Si yo asumo que soy el hombre que deseo ser, no puedo encontrarme con acontecimientos que estén en conflicto con mi suposición, porque mi mundo refleja al ser que yo soy.
Así que hoy cuando regreses lee todo el capítulo, es hermoso. Pero yo comencé con el versículo 27:
“Y Dios creó al hombre a Su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.” [Génesis 1:27]
Luego viene lo que ha de hacerse. Después, la promesa, si lo haces. Y finalmente, el juicio:
“Es bueno… y muy bueno.” [Génesis 1:31]
Entonces comienzas sabiendo que tú eres la tierra sobre la cual empiezas ahora a trabajar. Si lo haces, serás fructífero, te multiplicarás, y realmente repondrás este mundo, aunque en apariencia esté estéril, lo llenarás nuevamente si lo sometes.
Y la tierra que debe ser sometida es el propio ser, no golpeando al ser como algunos han malinterpretado, ni aislándolo en algún rincón apartado, ni huyendo de la vida. Porque en medio de la vida misma está la oportunidad de volverse manso: de tomar la violencia que es el hombre, el hombre individual, y llevarla al estado del manso, de trascender la violencia sin luchar contra las condiciones, sabiendo que las condiciones solo pueden reflejar lo que hay dentro de quien las observa.
Así que no te enfurezcas contra ellas; déjalas tal como son. Y si las condiciones permanecen igual, esa es una señal segura, muy segura, de que no has sido fiel a la rectitud. Si hubieras sido fiel a la conciencia de ser ya el hombre que deseas ser, las condiciones habrían tenido que cambiar en armonía con esa rectitud.
Así que no te enfurezcas contra ellas; déjalas tal como son, y comienza hoy a trabajar sobre esta tierra maravillosa, que es el escabel del Señor, y que en verdad es la mente del hombre. Entonces no te desviarás ni a la izquierda ni a la derecha; mantendrás el camino estrecho. Saldrás sabiendo que puedes hacerlo.
Sé por experiencia que no tomará mucho tiempo ver brotar los retoños; no tomará mucho tiempo ver aparecer las flores. Todo aparecerá, si te tomas a ti mismo en tus propias manos y, mediante una observación sin juicio de ti mismo, contemplas el ser que eres.
Mira el estado de la tierra tal como es ahora, a través de una observación desapasionada de tus reacciones ante la vida. Cuando veas quién eres, estarás viendo el estado de la tierra tal como es ahora. No la condenes; solo comienza a someterla, y reconoce que tienes dominio sobre todos los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se mueven sobre la tierra.
Sabiendo que todos ellos son los estados de ánimo, los pensamientos, los deseos y las pasiones que se mueven en ti, empieza a albergar únicamente lo bueno y lo muy bueno. 【Génesis 1:28–31】
Habita en ellos, y repoblarás tu tierra, porque eres supremo dentro del círculo de tu propia conciencia. Quizás digas que ese círculo es muy pequeño; pero déjame decirte que, aunque tienes un cuerpo y una vida propia, estás arraigado en mí y terminas en mí, así como yo estoy arraigado en Dios y termino en Dios.
Así que todo hombre puede decir lo mismo, sin importar que mires un mundo de dos mil quinientos millones de seres, que cada año cruzan las puertas hacia el estado invisible en relación con este mundo. Pero, mientras vienen y van, todo hombre en el mundo en realidad está enraizado en ti y termina en ti, y tú estás enraizado en el Ser último, al que llamamos Dios, el Padre.
De modo que todo este vasto mundo está simplemente centrado en ti. Comienza ahora a reordenarlo, para que refleje la belleza en la que deseas vivir y de la que deseas rodearte en este mundo. Y lo haces asumiendo lo mejor.
Imagina siempre lo mejor de ti mismo; comienza siempre con Jerusalén, y luego sal e irradia lo que te has dado a ti mismo. Si vives en ese estado maravilloso, solo tendrás el bien para derramar sobre los demás, porque tienes un solo don verdaderamente tuyo para dar, y ese don eres tú mismo. No tienes otro regalo. Si eres bueno, solo puedes dar lo bueno; si no lo eres —bueno, sea lo que seas— eso es lo que darás.
Así que la historia es esta: puede que hoy al observarte a ti mismo: observando tus reacciones, descubras que no es una tierra muy agradable, pero sigue siendo una tierra fértil. Puede limpiarse de todos esos árboles del pensamiento erróneo tradicional y se puede replantar en armonía con la belleza que deseas. Y en el presente inmediato dará fruto en armonía con las semillas que plantes.
Así que salgamos decididos a lograr una mejor disposición de nuestra mente, para poder producir vestiduras más nobles para que nuestro Padre las lleve. Porque este maravilloso universo visible y objetivo no es más que la vestidura viviente de mi Padre. No es un lugar de exilio, como muchos creen, hablando del “hogar” y de “volver al hogar”, como si no estuvieran ahora mismo en medio de su Padre.
Cuando me ves a mí, ves a mi Padre. Cada vez que me ves, estás viendo el estado de mi mente, porque verás el mundo en el que vivo y ese estado interior de mi mente, esa disposición interna, es mi Padre. Cuando me ves proyectado, entonces lo llamas el Hijo, y mi mundo que me rodea me revela dónde estoy.
Todos estos estados interiores son lugares dentro de esta asombrosa conciencia psicológica. El estado interior equivale al lugar, y el lugar donde me encuentro dentro de mí mismo determina lo que veo cuando miro fuera de mí. Así que, cuando miro hacia el mundo, a esa parte de la vestidura de mi Padre, ya sea que la vea rasgada por causa del lugar interior donde me encuentro, o hermosa, solo estoy viendo la disposición interior de mí mismo.
Estoy rodeándome constantemente de la imagen verdadera de lo que soy, y solo puedo ver aquello que soy en conciencia. Sabiendo esto, decidámonos hoy a buscar la rectitud, la conciencia correcta, para poder cosechar, en el presente inmediato, todas las cosas hermosas que deseamos.
Ahora, en resumen: elige un propósito noble en la vida. Defínelo con claridad dentro de ti como un estado deseable, el estado que quisieras exteriorizar, y hazte esta pregunta tan simple:
“¿Qué se sentiría si fuera cierto? Si yo ya encarnara ese estado noble, ¿cómo me sentiría?”
En respuesta a tu pregunta surgirá un sentimiento; asume ese sentimiento. Tiene realidad más allá del momento presente; su existencia es totalmente independiente del hecho objetivo actual. Tiene estructura real; posee realidad en lo profundo. Ha venido en respuesta a tu llamado cuando dijiste:
“¿Qué se sentiría si fuera cierto?”
Y nombraste lo que estabas pensando ya fuera seguridad, salud, o cualquier estado, ese pez surgió de las profundidades; está localizado, y tú tomaste el Yo Soy y lo colocaste en ese sentimiento. Estabas realmente parado sobre él, aunque sea invisible. Ahora, permanece en él.
Si permaneces en ese estado, se te dice en la Biblia que, al cabo de tres días, serás arrojado a tierra firme [Jonás 2:10]. El “tres” no significa literalmente tres días; “tres” significa plenitud, significa totalidad.
Así que, si vivo dentro de ese pez por tres días, hasta que todo me parezca natural y real, hasta que posea la vividez sensorial de la realidad, entonces seré arrojado fuera como algo objetivo, como algo que en la Biblia se llama “tierra” o “tierra firme.”
Y, sin embargo, tiene realidad, pues la sientes; solo que muchos se apartan de ella porque no hay un hecho objetivo inmediato que la confirme. Pero permanece montado sobre ella durante tus tres días, y sabrás lo que es entrar en ese pez y permanecer en él hasta que la plenitud sea alcanzada, hasta que la realidad se cumpla dentro de ti.
En ese estado eras justo, y tu rectitud hablará por ti en el tiempo venidero. No te fallará; no puede fallarte.
✧ Fuente: Cool Wisdom Books
© Traducción al español por Indira G. Andrade · La Mente Creadora. Todos los derechos reservados.
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