Viernes Santo – La Pascua · Neville Goddard (1954)
El arte de morir al viejo yo para despertar a la vida divina: la Pascua como renacimiento interior.
Conoces la historia del Viernes Santo: Un hombre está en un jardín, es de noche. Y uno llamado Judas viene a buscarlo, aparentemente para traicionarlo. Entra en el jardín, y como está oscuro, hace una pregunta sencilla:
“¿Dónde está Jesús?”
Entonces una voz en la oscuridad responde:
“YO SOY ÉL.”
Se nos dice en la historia que todos cayeron al suelo. Cuando recobraron la compostura, repitieron la misma pregunta:
“¿Dónde está Jesús?”
De nuevo la voz respondió:
“Ya les he dicho que YO SOY ÉL.”
Esta vez Judas lo besa, y la voz le dice:
“Ahora que me has encontrado, deja ir todo lo demás, pero no me sueltes a Mí. Y lo que tengas que hacer, hazlo pronto.”
Entonces Judas sale y se suicida.
Cuando lees esta historia, podrías pensar que ese drama ocurrió en un jardín. No. Ese drama debe tener lugar en la mente del hombre. Porque todo esto trata sobre el renacimiento.
Toma a un hombre, un hombre común, un hombre sensato, pero oculto en ese hombre atado de pies y manos está el segundo hombre, aquel que el renacimiento libera y eleva. Y ese segundo hombre es Dios.
El misterio, entonces, es enteramente el yo. Pablo usa la palabra misterio no menos de dieciocho veces. Pidió a los corintios que lo consideraran un intendente de los misterios.
Luego dijo:
“Grande es el misterio: Dios fue manifestado en carne.” - [1 Timoteo 3:16]
Y habló del mayor de todos los misterios, aquel escondido desde la fundación del mundo:
“Cristo en ustedes, la esperanza de gloria.” - [Colosenses 1:27]
Cristo en el hombre, no Cristo en las páginas de la historia. Dios en el hombre debe ser despertado, y este es el método por el cual es despertado.
Ahora acércate a mí y déjame llevarte al jardín de tu propia mente. Ahora mismo, imagina simplemente que estás en una sala de enfermos de algún maravilloso hospital, un pabellón. Ves la historia clínica. Has oído el veredicto del médico, y el hombre, aparentemente, se está muriendo. ¿Qué podría salvar a ese hombre de tal veredicto? ¿Qué lo salvaría? Un estado de salud por el cual se levantaría de esa cama y se convertiría en una persona normal y sana en este mundo; eso lo salvaría.
Ahora, mira con el ojo de tu mente y define con cuidado la solución de un problema particular. Cuando defines la solución del problema, ¿sabes lo que en realidad estás viendo? Estás viendo a Jesús, porque “Jesús” significa “salvar”. Así que el estado que salvaría a ese hombre de lo que es, es el estado de salud. Ese es su Salvador.
La historia dice:
“Ahora que me has encontrado, deja ir todo lo demás, pero no me sueltes a Mí.”
En otras palabras, deja ir todo lo que alguna vez hayas creído, pero no sueltes este concepto: que el hombre está sano a pesar de la evidencia contraria de tus sentidos. No importa lo que dicte la razón, aférrate a Jesús, y Jesús significa que el hombre está sano. Aférrate a ello, y tócalo haciéndote intensamente consciente de ello, porque esa es la única manera de tocar algo.
Déjame contarte algo que ocurrió el pasado viernes. Tengo un amigo en esta ciudad, a quien conocí hace poco, y me contó una historia muy triste. Estaba realmente acorralado. Había pedido dinero prestado, y no podía devolverlo. Las cosas iban de mal en peor. Mientras me afeitaba, no tienes que ir a una iglesia para encontrarlo, mientras me afeitaba pensé en él, y de inmediato, en pleno acto de afeitarme, imaginé que hablaba con mi esposa, y le decía:
“¿No es maravilloso, la buena noticia sobre George?”
Luego dejé que ella, en mi imaginación, respondiera:
“Sí, ¿no es maravilloso?”
Tres horas más tarde, me llamó para decirme que estaba tan feliz que, realmente, no sabía cuál elegir. Me dijo que, de repente, le habían ofrecido dos empleos maravillosos. Trabajos que él podía hacer, y hacer bien. Ambos eran excelentes, y no sabía cuál aceptar.
Ahora tenía otro problema. Yo, por mi parte, asumí que había elegido el correcto, el mejor, y sé que, en un futuro muy cercano, George volverá a llamarme y me dirá que, al pensarlo bien, no podría haber elegido con más sabiduría.
Así que mira con el ojo de tu mente y reconoce con exactitud lo que deseas en este mundo. Cuando sabes lo que quieres en lugar de lo que ahora eres, entonces estás viendo a tu Salvador, a tu Jesús.
La historia dice:
“No lo sueltes a Él, pero deja ir todo lo demás.”
Despréndete de todo ese vasto conjunto de creencias que antes sostenías, y aférrate en tu imaginación en el concepto de que ERES el hombre que deseas ser.
Eso te llevará hacia el Calvario. Calvario significa fijar en el ojo de tu mente ese estado, y eso te conducirá hacia la Pascua, o este día maravilloso que llamamos la Resurrección. Porque resucitarás y darás vida al estado que comenzó siendo solo un concepto. Si permaneces fiel al concepto, serás conducido directamente al cumplimiento de ese estado. A esto se le llama en la Biblia: renacimiento, nacer de nuevo.
Ahora viene la historia. Él dijo:
“A menos que nazcas de nuevo, no puedes entrar en el reino de los cielos.” - [Juan 3:3]
El hombre sabio respondió:
“¿Cómo puede ser posible que un hombre de mi edad vuelva a entrar en el vientre de su madre y nazca otra vez?” - [Juan 3:4]
Y Él dijo:
“¿Tú, maestro de Israel, y no sabes esto? A menos que nazcas del agua y del Espíritu, de ningún modo podrás entrar en el reino de los cielos.” - [Juan 3:5]
Luego da esta clave:
“Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también debe ser levantado el Hijo del Hombre.” - [Juan 3:14]
Cuando Moisés levantó la serpiente… ¿crees que un hombre realmente levantó una serpiente de bronce, como cuenta la historia, y que todos los que la miraban quedaban al instante sanos, mientras que los que no la miraban no eran curados? No se trata de una serpiente literal. La serpiente es un símbolo del poder de la renovación infinita del ser. Porque la serpiente muda su piel, y sin embargo no muere. El hombre debe ser como la serpiente: crecer y dejar atrás lo que ha sido.
Así que ahora debo aprender el arte de morir para poder vivir, en lugar de, como diría, matar para sobrevivir. Muero cuando dejo atrás todo lo que ahora creo, y me elevo hasta la creencia de que soy aquello que deseo ser. Así es como lo hago. Y así es como un hombre nace del agua y del espíritu.
Si te dijera ahora que una suposición, aunque sea falsa, si se mantiene con persistencia, se solidificará en hecho, esa es una verdad y esa es el agua. Pero el agua no basta. Debes captar el espíritu de esa verdad y aplicarla. Pues bien, si sé que, al asumir que soy el hombre que deseo ser y persistir en esa suposición, gradualmente llegaré a serlo.
Si tengo ese conocimiento, eso es maravilloso. Pero no aplicarlo sería intentar dar a luz a este ser solo mediante el agua.
Se nos dice:
“Éste es aquel que vino por el agua y la sangre; no solo por el agua, sino por el agua y la sangre.” - [1 Juan 5:6]
En otras palabras, poseo el conocimiento, pero no puedo dar a luz mi ideal solo con el simple conocimiento. Debo ponerlo en acción, debo hacerlo. Y cuando lo hago, tomo a mi Salvador y lo cristalizo mediante el acto mismo. Esta es la historia de nuestra maravillosa Pascua.
Hoy, nuestras iglesias están rebosantes de ropas nuevas, pero no rebosantes de hombres nuevos. Y en la historia se nos dice:
“Revístanse del Señor Jesucristo. Revístanse del Hombre Nuevo.” - [Romanos 13:14 · Efesios 4:24]
Bien, ¿cómo podría yo revestirme de un Hombre Nuevo?
Es como decirle a un muchacho:
“Ponte la hombría”,
O decirle a un árbol:
“Ponte el follaje.”
Eso procede de dentro hacia afuera, mientras que el hombre intenta ponérselo desde afuera. Pero no puedes ponértelo desde afuera, porque Él está dentro de ti. Porque grande es el misterio, aquel escondido desde la fundación del mundo:
“Cristo en ti, la esperanza de gloria.” - [Colosenses 1:27]
No un Cristo externo a ti, sino Aquel que está en ti, esa es tu esperanza, esa es tu única gloria.
Así que el gran misterio es este: que en Belén Dios se hizo como nosotros, para que en el Calvario nosotros lleguemos a ser como Él es. Y el Calvario es la oportunidad que se presenta cada día en la vida del hombre.
Cuando caminas por la tierra y ves a alguien con una necesidad, pregúntate:
“¿Cuál sería la solución al problema de esa persona?
¿Qué sería exactamente?”
Puedes concedérselo. Si sabes quién eres realmente, puedes concedérselo, tal como yo se lo concedí a George. No moví ni un solo dedo para conseguirle un trabajo a George. No lo envié a buscar empleo, no le di nada. Simplemente, volví el ojo de mi mente hacia mi esposa, quien no estaba presente físicamente, y sencillamente dije:
“¿No es maravilloso, la noticia sobre George?”
Y le permití responder, en mi imaginación:
“Sí, ¿no es maravilloso?”
Luego seguí con mi tarea, con mi simple acto de afeitarme.
Eso es, sencillamente, levantar la serpiente en el desierto. Porque me elevé desde el conocimiento de que George estaba desempleado y luchando, hasta el conocimiento de que ya tenía trabajo. No hice nada más. Mudé la piel, como la serpiente. Dejé atrás todo lo que antes creía acerca de George, y comencé a vivir en un nivel más alto respecto a él. Y viví tanto en ese estado, lo hice tan real, que tres horas después, él me llamó y me dio aquella noticia tan maravillosa.
Puedes hacer lo mismo con cualquier cosa en este mundo. Cuando lo haces cada día, mueres diariamente, como dijo el profeta:
“Cada día muero.” - [1 Corintios 15:31]
El hombre espera ese pequeño acontecimiento llamado muerte, y cree que eso es morir. Pero eso no es realmente morir, por la simple razón de que ese tipo de muerte no produce transformación. Porque no hay transformación en la muerte física, pero sí la hay en morir mentalmente, en morir cada día. Así que, si has aprendido el arte de morir, has aprendido el arte de vivir.
Porque el hombre es inmortal, y debe morir sin cesar. Pues la vida es una idea creadora, y solo se encontrará ****a sí misma cambiando de forma.
Si no cambio, si no crezco y dejo atrás lo que he sido, si no crezco y vuelvo a trascenderme, entonces nada sé del misterio de la Pascua, porque la Pascua es, en verdad, el mayor de todos los misterios.
Es cuando el hombre despierta dentro de sí mismo, desde su nacimiento en Belén, y despierta como Dios. Esa es la historia de la Pascua.
Así que no perpetuemos este asunto con nuestras galas, por hermosas que sean. No hay nada de malo en tener ropa nueva, sombreros nuevos, y todas las cosas encantadoras de este mundo; pero hoy, todo eso se ha convertido casi en un desfile de novedades, en lugar de la expresión del hombre nuevo.
Cuando me revisto del Hombre Nuevo, lo hago ejercitándolo cada día de esta manera: volviéndome intensamente consciente.
En este mismo momento, podrías expandir tus sentimientos, confiar en tu sensación interior, y participar en todos los vuelos de tu imaginación, sin temer a tu propia sensibilidad.
Cuando me vuelvo intensamente consciente de que oigo lo que deseo oír y siento que toco realmente lo que deseo tocar, una virtud sale de mí, y aquello que toco en imaginación recibe la bendición determinada por el estado de ánimo que me poseía mientras imaginaba que lo tocaba.
Si ahora toco algo, eso debe cristalizarse en mi mundo, dando testimonio del estado de ánimo que me poseía en el momento en que lo toqué. Así que, a menos que nazcamos de este conocimiento y de la aplicación de este conocimiento, no podemos entrar en este estado eterno llamado el Reino de los Cielos.
Ahora que posees un poco de este conocimiento, sal y aplícalo. Cuando lo apliques, esto es lo que ocurre —y es un hecho místico:
Se dijo de aquel llamado Judá:
“¿Quién es este que viene con sus vestiduras teñidas en la savia del vino? Él lava su manto en la sangre de las uvas, y ata su pollino a la vid escogida. Sus ojos son rojos del vino, y sus dientes blancos de leche.” - [Génesis 49:11-12]
Y se nos dice, en el último acto:
“Pusieron sobre Jesús un manto de color púrpura.” - [Juan 19:2]
También se nos dice que Judá tomó su manto y lo bañó en la sangre de las uvas. Cuando hice lo que hice por George, en realidad estaba tejiendo mi manto color vino. Debo tejer ese manto si deseo despertar.
En la Biblia se le llama la vestidura de bodas, el manto color vino, la amatista en el Nuevo Testamento, y la amatista en el Antiguo. No es una piedra preciosa, no es un manto que tejo por fuera, sino que, cuando vivo conforme a estas verdades, estoy en verdad tejiendo un aura color vino alrededor de mi ser, la cual me permite funcionar conscientemente en niveles más altos de mi propio ser.
Sin tal manto, no puedo actuar más allá de mi estado físico presente. Pero cuando vivo esta vida de acuerdo con estas verdades, aunque no pueda verse con el ojo físico, voy tejiendo mi manto, y quienes tienen el ojo interior abierto me verán como uno de los suyos. Y no llevaré ninguna insignia para decirles quién soy; irradiaré quién soy cuando vean mi vestidura.
Así que, cuando se nos dice:
“Judá viene y toma su maravilloso manto y lo baña en la sangre de las uvas” - [Génesis 49:11]
No se trata de un hombre que se quita una prenda, porque la vestidura, en la Biblia, representa aquello que el hombre lleva en su mente.
Así que, si tomo mi mente y la aplico, si lo hago durante todo el día, sin limitarme a un solo acto, como hice con George, descubro que a lo largo del día tengo innumerables oportunidades de tejer este maravilloso manto, simplemente al oír buenas noticias acerca de los demás.
Si solo oigo el bien de los otros, y confío en lo que oigo como si realmente lo hubiera oído, entonces estoy en verdad tomando mi manto y bañándolo en la sangre de las uvas.
¿Te has preguntado por qué Él se llamó la vid Dijo:
“Yo soy la vid, y ustedes los sarmientos. Como el sarmiento no puede llevar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí.” - [Juan 15:5]
Pues bien, todo hombre en el mundo es una rama, enraizada en mí, la vid, y termina en mí, así como yo estoy enraizado y termino en Dios. Y esto puede decirse de todo hombre en el mundo. Mientras me miras y puedes oírme, tú también puedes decirlo.
Aunque yo haya declarado:
“Tú estás enraizado en mí,”
Tú puedes afirmar:
“Yo estoy enraizado en ti y termino en ti, así como tú estás enraizado en Dios y terminas en Dios.”
Si lo sabes, entonces es tu deber levantar a todo hombre en este mundo. Ninguno debe ser descartado. Todos deben ser redimidos, y tu vida es el proceso por el cual esta redención llega a cumplirse. No descartes a ningún hombre.
Todo hombre puede ser transformado, y tú tienes el poder de transformarlo al mirar al hombre y verlo tal como aparentemente es, y luego preguntarte:
“¿Qué le gustaría ser, en lugar de lo que ahora parece ser?”
Cuando sabes lo que él quisiera ser, imagina que ya es ese ser. Vuelve tu atención hacia un ser querido y comunícate con él respecto a ese hombre, como si lo que imaginas fuera ya un hecho. Cuando lo hagas, confía en ello, tócalo en tu imaginación y créelo. Y te digo: ese hombre se convertirá en la encarnación de lo que has imaginado que es.
Esto es la Pascua, y la Pascua no llega una vez al año: la Pascua es una oportunidad diaria de morir, para que puedas vivir.
Porque aquí se dice:
“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame.” - [Lucas 9:23]
Cualquiera puede hacerlo.
Bien, ¿cómo tomaría yo mi cruz y seguiría esta idea? Primero, se me dice que debo negarme a mí mismo. Por lo general, el hombre piensa que eso significa renunciar a algo que ama: a los placeres de la mesa, o a cualquier cosa por la que sienta especial afecto. Pero no tiene nada que ver con renunciar a cosas externas.
Significa esto: el hombre debe negarse a sí mismo, y el verdadero yo del hombre está formado por la suma total de todo lo que él cree, de todo lo que acepta como verdad, de todo a lo que da su consentimiento.
Así que, si doy mi consentimiento a la idea de que un hombre está muriendo, entonces debo negar ese concepto, ese “yo”, y poner en su lugar la imagen viva de un ser sano. Cuando hago eso, puedo seguir esta idea. Y este principio puedes aplicarlo a todo en este mundo.
Si no se trata de algo tangible que desees en la tierra, entonces toma un concepto noble del hombre , una visión más elevada de ti mismo, e imagina a ese hombre que te gustaría ver manifestado en este mundo.
Sueña con ese hombre caminando realmente sobre la tierra e identifícate con él.
Asóciate, en tu imaginación, con ese ser como si fueras él.
Cuando realmente sientas que “yo soy él” y permanezcas en ese estado, entonces las cosas comenzarán a desplegarse, dando testimonio de la verdad de tu suposición.
Pruébalo.
Así que recuerda: la Pascua es el arte de morir para poder vivir. Y esto me recuerda aquel maravilloso poema sobre la muerte de Abdula, y lo que él dijo al final de todo. Apareció entre los mortales, y ellos lloraban y besaban su cuerpo gastado. Entonces él se volvió hacia ellos y dijo:
“No soy aquello que besan. Cesad vuestras lágrimas y dejadlo reposar. Fue mío, pero no soy yo.”
Adiós.
✧ Fuente: Cool Wisdom Books
© Traducción al español por Indira G. Andrade · La Mente Creadora. Todos los derechos reservados.
En La Mente Creadora encontrarás la obra completa de Neville Goddard en español, organizada paso a paso en orden cronológico.
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